miércoles, 4 de mayo de 2011

A manera de semblanza, Norma Bazúa: una poeta del mar

Por Francis Mestries

Cuando se apaga la voz de una auténtica poeta como Norma Bazúa (a los 82 años, el pasado 23 de abril), se nos hace más negra la noche, más indescifrable el mundo, más absurda la vida y más lejana la belleza, y se nos ahoga un grito de rebeldía y esperanza que, si se trata de un poeta verdadero, va siempre acompañando una vida de integridad y compromiso. A Norma Bazúa le tocó nacer en Sinaloa en la postrevolución, en un paisaje cercano al mar, y del océano heredó su ronco bramido, su temperamento y su fuerza expresiva, pero también su canto sosegado, que se aliaba con la voz de su madre que le leía poemas:

“Me aficioné a las caracolas/  al brillo de las arenas/  igual que las palabras/ las supe de oro molido./  Tuve que aprender a caminar su aridez litoral/ su aridez literal/ distinguir sus metales.” (Como una manera de ser mar)
 
Estudió estética en la universidad, abrevó de los poetas de la generación española del 27, de la mano de su padrino en poesía el poeta exiliado Luis Rius, y empezó a escribir poesía buscando retener en el papel la fiesta de los sentidos, la belleza de la vida. Su libro “Ser, amor y muerte” (1958), fue alabado por Carlos Pellicer: es uno de los primeros grandes poemas eróticos de la poesía femenina mexicana. En este sentido, ella abrió brecha, con Rosario Castellanos, Dolores Castro, Margarita Michelena, etc., para que las mujeres expresaran su propia voz sin tapujos en la literatura mexicana.
  
Luego vinieron en los años sesenta otros libros, “Momentos”, donde extrae de la cotidianeidad y de la naturaleza los “momentos perfectos” de la comunión amorosa, y “Tengo miedo de sacudirle la raíz al sueño”, donde explora los pasadizos secretos del sueño y las criaturas extrañas del inconsciente.

“Como dibujando las distancias”(1970) es un arreglo de cuentas con el hombre que desposó de joven y luego “descasó”, es un requisitorio irónico contra el “macho” y un lamento nostálgico sobre la pérdida de la inocencia y la desilusión de un amor convertido en campo de batalla.
 
En 1970, Norma se aventuró en la reinvención del lenguaje en “Boceto para un palabrario”, donde reflexiona sobre su fascinación por las palabras, bellas como geodas al rojo vivo expulsadas por el volcán, pero peligrosas; con este libro la poeta alcanza sendas inexploradas en la creación poética mexicana.
 
Luego el mar regresó y borró las cicatrices del desamor, al dirigir la batuta de la orquesta de “A manera de pre-texto el mar” (1989), un bello y conmovedor reencuentro con su infancia, y una sonata que habla del amor con los acentos del mar.

Luego vino la “Flor simultánea al fruto” (1988), hermoso poemario permeado del arte de vivir y de escribir breve (haikus) de Japón, donde estuvo una temporada.
 
Posteriormente, la poeta encontró una alma gemela en Remedios Varo, la pintora surrealista, y le escribió un misterioso recetario lleno de formulas mágicas y conjuros de bruja en “Varo entre remedios caseros” (2003), que le hubiera encantado a la hechicera de los pinceles; la magnifica edición con reproducciones de pinturas de Remedios, es obra del Instituto Politécnico Nacional.

Recientemente en “Aprender la muerte” (2010) la poeta presiente su muerte y reflexiona sobre su vida, en un balance retrospectivo para “aprender a torear la muerte”; la autora rescata la memoria de su odisea personal para concluir su travesía sin naufragar, jugándole una última guasa a la muerte; es don (o maldición) de los poetas genuinos tener premonición de su muerte.

Finalmente, Norma nos entregó otro poemario, “Ataúd de arena”, pronto a publicarse, donde remonta el largo curso de su vida hasta el oleaje de su infancia, se identifica con la madre, y se acoge al presagio que le auguraron de “muerte por agua”, para reunirse con ella en un horizonte marino infinito.

Además, Norma Bazúa (cuyo apellido significa "bosque" en vasco) fue una mujer fuera de y anti normas, alegre y generosa, tierna y orgullosa, dueña de un “genio e ingenio” irresistibles, irredenta e irreverente, remisa a los agachamientos oportunistas y a los homenajes oficiales, fiel a sus ideales de libertad y justicia que defendió en público y en privado, apoyando a la Revolución Cubana y a los estudiantes del 68. Se fue una orfebre de la palabra y una de las poetas más jóvenes de México, como lo atestiguan los jóvenes poetas que la homenajearon en 2010.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola me gustaría saber más de la poesía de Norma Bazúa, pero no he logrado conseguir sus libros, ¿sabes cómo y dónde puedo encontrarlos? Te agradeceré mucho la ayuda :)