viernes, 7 de mayo de 2010

Los ochenteros: ¿generación o búsqueda colectiva?



Entiendo un poco lo que dice Borges sobre la literatura como un sueño dirigido, en la noción misma del viaje. En este trayecto me he encontrado con personas a las que he conocido en principio sólo por sus escritos, pero que por ello mismo me lleva a entrar en contacto con ellos. Era curioso sentirse entre escritoras de dos generaciones distintas en Chihuahua. Las jóvenes, como Irma Aniela, dirigiéndose a romper con el límite del lenguaje y ahí junto, en la mesa de lectura, Sara Alcalá, que bien podría ser madre de Aniela, también asistente a la presentación de la revista. Me pregunté entonces de qué generación soy. La literatura ha seguido el curso de mi vida y ella te traza la ruta que conduce a las personas con el sueño que tienes de ellas y con quienes, como en un prodigio, te vas cruzando en el camino.

La discusión sobre las generaciones no es nueva; Ortega y Gasset las clasificaba por cada quince años, según su plan para darle a España una generación de intelectos universales, que fracasó al final, ya que no contaba con el estallido de la Guerra Civil, con la consecuencia del exilio de unos y con la muerte, tantas vece trágica, para otros. León Felipe o el fantasma de él que cruza la Colonia Guerrero muy temprano, por su leche; o el fantasma de García Lorca en la Sierra de Granada, atormentado por la luna que le muestra el lugar donde descansa su cadáver. Otras fuentes como la literatura que se ha generado recientemente, como por ejemplo la discusión que se estableció desde la revista "Perros del alba" sobre el tema o los criterios antológicos para la publicación de obras que agrupaban una temporalidad "nacional", dan mucho que hablar. Más ahora que se han publicado obras bajo criterios distintos a los que el canon tradicional solía agrupar y eso incluye el romper con la noción que sobre las generaciones tiene el arte en general y la literatura en particular.

Sucede que las generaciones se agruparon en colectivos, en el caso mexicano después de la Revolución, en el muralismo y la agrupación de los muralistas. La construcción del nacionalismo por parte del Estado, bajo el auspicio vasconcelista, pero en sus ideologías políticas, divididos. En la confrontación discursiva, la idea de que el artista también es un obrero o un intérprete de la historia al servicio el poder. No es casual que se terminaran agrupando José Revueltas, Enrique González Rojo y Arturo González Cossío en la célula "Carlos Marx" del Partido Comunista Mexicano o los Contemporáneos como Salvador Novo quien terminó haciendo anuncios publicitarios, lúcidos atormentados, castrados y capados, como fue el caso de Jorge Cuesta. Así también los estridentistas y su mal ganada fama de herederos del infrarrealismo y toda esa basura heterodoxa; aunque a Maples Arce le publicaran en "Poesía en Movimiento" y Marco Antonio Campos tuviera que reporchar a un periodista el desconocimiento de su poesía por parte de los jóvenes, decimos nosotros: los leemos.

En la literatura se pueden entender las ideas que las "generaciones" tenían de sí mismas y en este criterio, Octavio Paz le hablaba a su generación: "no nos faltó entereza, nos faltó humildad, lo que quisimos no lo hicimos con inocencia"; o lo que advertía José Emilio Pacheco: "somos contra lo que luchamos hace veinte años". De los escritores que ahora tienen 20 años me pregunto qué tanto se preguntan si pertenecen a una generación o si las vetas son individuales. Escribir y tratar de escribir bien son lo importante, aunque si no nos percatamos de lo que sucede allá afuera, como escribía un poeta centroamericano, la poesía podría andar por ahí, paseándose desnuda.

Soy de los viejos, los que se acercan a los treinta y me da gusto saber que sé muy poco y que el camino es largo. Los poetas nacidos en los ochentas comprenden un abanico de formas que sólo serán dilucidadas a su encuentro; pasa que la literatura va juntando nombres: Judith Santoprieto (Veracruz, 1983) de la revista Iguana Azul; Ileana Garma (Yucatán 1985), (Natividad Terrazas (Guerrero 1985); Jorge E. Manzanilla (Yucatán, 1986). A todos va la convocatoria para generar una publicación colectiva y dar una muestra y explicación de cómo se va transformando la noción misma de literatura.
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El Foro Social y la postura independiente



Durante la presentación se obsequiaron Metáfora (hoja de poesía),
la Revista 3d2, y Sapiencia (sociología en movimieto)

Ante un sol que hacía el zócalo fuese un desierto de piedra, Verso Destierro, por invitación de Faro Tláhuac, Martín González, estuvo presente en el Foro Mundial Temático.

El tópico de la mesa fue la gestión cultural desde lo independiente, y la interacción de la gestión cultural independiente a través de la instituciones. Durante el debate Adriana Tafoya habló de la importancia de generar marcos independientes "sustentables" alternos al poder central, de tal modo que no se detengan los proyectos en la medida de una mentalidad condicionada por el reconocimiento, y no por el trabajo, para lo cual apuntó: "los editores de 40 Barcos son poetas y gente que trabaja por la cultura desde hace años, y ese trabajo es el que da importancia y sentido a su obra y selección poética como Independiente



Arturo Alvar habló acerca de los vacíos que deja la institución en los sectores sociales al no poder cubrir las necesidades de "los jóvenes", y otros sectores, ahora que Conaculta ha retirado ciertos proyectos. Ante eso Andres Cardo acotó que la paradoja es que habiendo grupos independientes, el problema no sea el vacío que genera la insitución, sino el vacío que existe desde la sociedad. Vacío ante el cual los independientes tienen tres opciones: Uno, exigir los mecanismos pertinentes al Estado para cubrirlos. Dos, generar mecanismos para sanar estos vacíos desde "lo independiente". Tres, formular mecanismos para reclamar ante la nula atención del Estado a la petición de inciativas civiles.

Adriana Tafoya también habló sobre la gestión del Torneo de Poesía (concurso independiente de poesía), para el cual el año pasado se logró reunir la colaboración de más de 50 colecctivos, restaurantes, promotores, librerías y amantes de la poesía en general, desde trinchera civil.


De tal modo el tema que quedó sobre la mesa para una futura discusión, es: hasta qué grado es triple desgaste para el ente civil enfrentar la responsabilidad de cubrir los vacíos sociales. Es decir, el triple desgaste para el que trabaja cosiste en: 1. Energía invertida para manifestar lo disfuncional del sistema. 2. Hacer la petición para generar los mecanismos pertinentes (cosa que es otro desgaste pues no hay los recursos, y muchos menos las voluntades), y 3. El tercer gasto, que debería ser el único en dado caso, si hubiese la figura legal para renunciar a la "obligación-derecho" del impuesto, de generar los propios mecanismos para sanar estos vacíos sociales-individuales.
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domingo, 2 de mayo de 2010

Para nosotros tus verdugos


No deja de sorprenderme el silencio con que la clase intelectual de nuestro país se mantiene ante “el atroz momento mexicano”. El mismo José Emilio Pacheco durante la entrega de su “honoris causa”, a decir de “La Jornada”, declinó hablar sobre la crítica situación actual que nos mantiene como el país sin guerra declarada más violento del mundo. El poeta laureado con el premio Cervantes 2009, habla de que un escritor es lo que lee, lo que oye y lo que escucha en los primeros años de su vida, es decir, la visión de la infancia como una fuente primordial de la creación literaria. Pero hoy en día la infancia mexicana se encuentra amenazada, porque no estamos hablando solamente de generaciones perdidas, sino del odio y rencor acumulado de las víctimas, los huérfanos y los hijos de los victimarios, que aún cuando pasen diez años y el ejército se retire de las calles, el círculo de violencia seguirá rotando en torno a la pobreza y la marginación de la mayoría de los jóvenes. Me abruma pensar que actualmente el 35% de la población joven no estudia ni trabaja ¿cuál será la cifra dentro de cinco o diez años, cuáles sus consecuencias? Ante esto no podemos quedarnos indiferentes y como comunidad cultural tenemos que hacer frente con las armas de la creatividad por delante, pues a todos tarde o temprano nos va a tocar sufrir los efectos de esta lógica de barbarie que va descomponiendo al ya de por sí rasgado tejido social.

A mí me pasó no hace mucho, cuando salí por la noche en una calle del centro histórico, al ir a comprar un poco de víveres para pasar una noche amena, como dice Cortázar, “con música y tabaco y vilezas menudas y trueques de todo género”. Caminando con otros dos amigos una banda de chavos trató de amedrentarnos exigiéndonos un cigarro. Un muchacho como de 19 años, alto y gordo, al ver que no hicimos caso a la hostil actitud de su demanda, alcanzó al golpearme la espalda, por la espalda; entonces me volví para arengarle por qué hacía eso, en el momento justo que una patrulla pasaba y se detuvo a ver qué es lo que ocurría. Los chavos se evidenciaron echándose a correr, pero uno de los oficiales les detuvo el paso. Expliqué lo que había pasado, la agresión injustificada y de inmediato se llevaron a esta persona. Seguimos, pues, nuestro camino hacia una tienda oxxo, un tanto inquietos por la manera tan absurda de accionar de estos chavos, “sólo por un cigarro te andan hasta acuchillando”, me dijo Ulises.

La adrenalina vertida me mantenía alerta. Escogimos los víveres y ya formados para comprarlos, me asome primero a la calle por donde veníamos a ver si estaban los otros muchachos y sí, nos estaban esperando al final de la calle. Pensé en regresarnos por otro lado, pero en el momento que me incorporé de nuevo a la fila, advertí que una sombra entraba rápidamente por la puerta posterior del oxxo. No me detuve a enterarme de quién se trataba y cuando me volví solamente solté un puñetazo, muy efectivo, en defensa propia. Ahí estaba el mismo chavo de 19 años, pesado, más alto que yo pero un tanto ebrio, a quien irresponsablemente los policías habían soltado una calle más adelante. Obviamente quería vengarse, pero con su mismo impulso de querer tomarme por la espalda, mi puñetazo lo había rebotado hasta la entrada de la tienda, por lo que proseguí con una suerte de golpes en el rostro y una patada bien dada en el trasero.

Con el coraje que traía, no tuvo tiempo de devolver un sólo golpe y salió corriendo. Alcancé a gritarle que era un cobarde, entonces todavía se dio valor para regresar a recibir otra tunda, ya con los ojos cerrados, por lo que en cierto momento regresó la cordura en mí: “tú no eres el agresor, tienes que detenerte”. Cuando llegaron sus otros amigos, Ulises les gritó que este chavo se lo había buscado y que no queríamos más problemas. Después, casi llorando, el muchacho me reclamó que había roto sus lentes y entonces observé que mi mano estaba ensangrentada. “No esperes algo positivo si te acercas a agredir a las personas de esa manera”, le sugerí al final y los muchachos de su banda se burlaron un poco de esa situación.

Ya de regreso al departamento, me curé la herida que aún tengo en forma de cicatriz en el puño derecho, que me recuerda que no hay que dejarse ante nadie ni ante una situación tan desagradable de violencia, pero que en todo caso es mejor evitar. En cierto modo, este chavo no es tan distinto de los muchachos con quienes trabajamos en el tutelar de menores de San Fernando, con el colectivo, en un proyecto de cine alternativo que ha dado sus frutos en la producción de un documental titulado “Una mirada de San Fernando”. Nos acercamos al tutelar con la intensión de ofrecer a los jóvenes reclusos alternativas de vida a través del arte y la cultura y nos encontramos con chavos con muchos problemas donde la violencia ha sido para ellos el único modo de resolverlos. Ahora algunos de ellos han salido ya de esta cárcel de menores; algunos entraron por cosas tan absurdas como la que había vivido esa noche. La idea es que en su comunidad comiencen a pasar cine alternativo y un amigo que tiene una Organización No Gubernamental en la Colonia El Arenal, donde se encuentra el tutelar, quiere trabajar con ellos. La misma colonia a la que recientemente han llegado los habitantes del centro histórico, desplazados de las vecindades expropiadas por el gobierno de Marcelo Ebrad, quien al proponer estos espacios expropiados para cuestiones culturales, con ello no resuelve el problema de fondo; simplemente una parte de Tepito cambió sus operaciones de lugar, sin generar oportunidades y expectativas de vida para los jóvenes afectados.

Regresando al asunto de José Emilio Pacheco, recuerdo cómo, efectivamente, a los 13 años de mi vida, la lectura de su poesía marcó mi noción misma de la infancia inmediata: “Caracol, tú, como todos, eres lo que ocultas”. Había puesto esta frase en el pizarrón de mi salón de clases antes de que empezara la materia de español, que mis compañeros de secundaria analizaban, pero no podían precisar a qué se refería con ello. La maestra, atenta a esta inquietud, posteriormente nos dejó la lectura de “Batallas en el desierto”. Desde entonces, creo, muchos de mis compañeros de la Anexa por lo menos saben quién es José Emilio Pacheco, para el que el mar de Campeche fue el aliento de la imagen de un castillo perfecto que “alguien” durante la noche, no precisamente la marea, había derribado a patadas. Esa es la metáfora de lo que ocurre hoy en día con la infancia mexicana. Alguien que no sabemos con certeza quién es, se encuentra echando abajo nuestros sueños. Cómo se extraña la voz conciente de Carlos Montemayor, incluso la de Víctor Hugo Rascón Banda. Hay que recordarle, pues, a José Emilio Pacheco, como a otros tantos escritores instalados en el glamour de la cultura oficial, que justamente se trata de construir un lugar habitable mediante la palabra: “Caracol, para nosotros tus verdugos”.

sábado, 1 de mayo de 2010

El museo de la miseria


Después de dos semanas de una estancia nómada en el norte del país, tomé el vuelo de regreso a la Ciudad de México. Con una hora de retraso, desde Chihuahua al aeropuerto de Toluca, traía en mi mente las imágenes intensas de las tomas del documental en Ciudad Juárez. En mi corazón habitaba la satisfacción de las presentaciones de la “Sapiencia” en la UACH y la UACJ, con la presencia de los colaboradores y amigos de la revista. Una Ciudad Juárez secuestrada por los poderes fácticos, que recorríamos haciéndola nuestra, en medio del horror, quizá por un instante de certeza ante lo Irreparable, de estar en el lugar correcto a pesar de la derrota. Sensación vertiginosa del paso del tiempo, del amor que estallaba en medio del viaje al mismísimo infierno, como no podía ser de otra manera. Las palabras de Williams Carlos retumbando en mi cerebro: “No puedo decir que he bajado al infierno por tu amor, pero muchas veces, persiguiéndote, ahí me encontré de pronto”.

Durante el vuelo, en un determinado momento, por las pantallas dispuestas en los asientos del avión, apareció un comercial de Volaris, unas tomas del desierto de una mujer con un caballo, que me recordó la exposición montada por Televisa en la plancha del Zócalo. “Eso no es México” pensé, invadido por las fotografías de sangre, hedor y putrefacción del ser humano. La revista “Proceso” mostrando los últimos segundos de terror y el rostro de la muerte en Beltrán Leyva, leída por mí hacía un par de días en Tepoztlán, buscando un poco de calma antes de emprender el viaje dantesco. Pero no podemos escapar de aquello que nos está matando por dentro. Filas de policías de la PFP anunciaban la posibilidad de que uno de los miembros del cártel, por supuesto no el del Chapo, se hallara disfrutando de un fin de semana en el mismo lugar donde nosotros tratábamos de encontrar, sin tapujos, el semblante del amor.

Para esto, antes de partir rumbo a la frontera más violenta del mundo, en la plancha del Zócalo, en la exposición que dice ser “poesía visual con tecnología”, advertí más un video-comercial del Gobierno Federal para que nos hagamos una idea de que “todo está bien”, en lugar de profundizar en las distintas realidades de México. Carísimo espectáculo enajenante a todas luces, no sólo por el magno montaje de pantallas, video y sonido; sino porque también ahí se esconde la voluntad del Gobierno por acallar las manifestaciones sociales que por tradición llegan a la Plancha del Zócalo para reivindicar las diferentes luchas que acontecen en nuestro ya de por sí desmembrado país. Al final de la exposición, había un par de cámaras entrevistando a los asistentes y una de ellas me tomó por sorpresa. Una persona me preguntó la opinión que tenía como asistente a “México en tus sentidos”. Esto no es México, le respondí, “¿acaso creen que nos vamos a tragar toda esta basura mediática?, de un museo monumental itinerante que sólo nos recuerda el pan y circo con que nos quieren llenar el estómago de la miseria humana en que nos tienen”. Obviamente no creo que editen mi opinión para que en la televisión después estos hijos de la chingada puedan justificar la buena voluntad de todos los mexicanos para “vivir mejor”. Por lo que con esto afirmo que el tal Willy Souza es un artista mediocre al servicio del poder.

Nada de museos que nos anuncien "lo glorioso" de una "diversidad cultural" que lo único que nos recuerda es que nada ha concluido en lo que respecta a la injusticia de los más fuertes sobre los más débiles. Como si sólo por televisión se pudiera visitar "plácidamente" la Sierra Triqui tomada por los paramilitares de Ulises Ruiz. Nada de recursos audiovisuales para injertarnos la idea de que en México “no pasa nada”. Nada de tolerancia a seguir en el círculo de corrupción que a todos los niveles nos merma como pueblo cada día. Ante todo esto, la palabra que denuncia, la palabra que aspira a escarbar en el muro de nuestros sentimientos y hacer aflorar una nación más digna. Si queremos ver el verdadero mosaico de las reivindicaciones sociales de la Revolución Mexicana, asistamos al encuentro con nuestro pasado en el presente: las luchas de los mineros, de las mujeres, de los electricistas, de los estudiantes, de los amantes. La lucha por sobrevivir como humanos a este exterminio de lo humano dentro de un ser que ya no puede reconocerse en el espejo diario de la realidad.