domingo, 31 de enero de 2010

La poesía cívica de Gonzalo Millán

Recuerdo que leí por vez primera al chileno Gonzalo Millán en noviembre de 2005, un año antes de su muerte. Para Roberto Bolaño, en Millán encontramos una auténtica “poesía civil frente a la poesía sacerdotal”, que no busca la consagración sino la insurgencia; que se contiene en la respiración hasta que es inminente el grito de inconformidad ante lo Irreparable. Las imágenes fatídicas del poema "La Ciudad", van en retroceso, como si fueran inercias retrógradas de la realidad, mientras que las fuerzas revolucionarias van siempre hacia delante, hasta llegar a un Salvador Allende que dispara. El poema constituye en sí mismo una épica de la dignidad humana, en donde se suceden vertiginosamente las imágenes como un cinematógrafo que pudiera recomponer las cosas para reivindicar la esperanza de los pueblos latinoamericanos.

Es curioso observar que una versión del poema, publicada en la red por "I Poeti Nomadi" (revista polidiomática de Arte y Cultura), cerraba con el verso "Renace Neruda", del cual Millán fue un lector devoto; pero en otra versión, leída por el propio Millán -en un video difundido a través de la red-, los últimos versos constituyen un homenaje a la lucha obrera, al movimiento social que se había gestado en torno al ideal de la Revolución como un cambio de paradigma político, el cual, así hace sentir Millán, debe ser provocado por la voluntad libertaria del ser humano. Son los obreros quienes "desfilan cantando / ¡Venceremos!", como una sola voz detenida en el principio del tiempo, pero palpitante.

Omisión de la revista electrónica o no, el lector atestigua el proceso creativo de una obra donde el escritor va tomando lo más relevante, pues en una tercera versión, que de momento parece una broma que se hace el propio Millán, ¡aparece la próstata de Neruda!, quien murió en 1973, el mismo año del golpe de Estado y en el que Gonzalo Millán partió al exilio rumbo a México, aunque no pudo entrar a nuestro país. Ciertamente, Pablo Neruda falleció por un malestar crónico en la próstata, que en esta última versión del poema milagrosamente vuelve sanar.

En cambio, otros lectores fervorosos del autor de "Residencia en la tierra", consideran que Neruda murió de tristeza, después que Allende fuera asesinado en La Moneda por órdenes del traidor Pinochet y con la complicidad de la CIA, y con él los sueños socialistas, ante la visión de las ruinas de Neruda. En ese sentido, la supresión registrada de este verso por Millán, constituye una corrección frente a un exceso, es decir, un ejercicio de contención poética, como él mismo explicaba sobre la intensión de su escritura, marcada por el exilio que mantuvo en Canadá por muchos años, ya que aprendió a comunicarse desde un idioma muy básico, casi desde lo redundante, pero descubrió a partir de ello una veta de experimentación poética, despojada de toda verbalización desbordada, pero no por ello carente de imágenes.

Ante el culto de la personalidad que propició la influencia literaria de Pablo Neruda, quien implantó su hegemonía frente a voces telúricas como la del tremendista Pablo de Rokha, quien se suicidó en 1968, habiendo escrito versos monumentales tales como "Si no fui más que un poeta con los brazos quebrados... el cadáver del Sol y mi cadáver", o en poemas como "Soy el hombre casado", donde aparecen imágenes profundas y oscuras, "un muerto errante llora debajo de mis canciones deshabitadas", que nos seguirán mirando a través de los siglos, Gonzalo Millán resuelve otorgar al deseo libertario de la clase trabajadora una memoria así de perdurable, pues aunque los sueños no se hayan cumplido, no quiere decir que no valgan. Como escribió en algún momento Octavio Paz, la historia es el error. En cambio, la poesía no nos cancela la posibilidad de imaginar una vida diferente, al contrario, nos otorga una imagen eterna, o que intenta ser eterna, como diría Borges, sobre el devenir de nuestras luchas más legítimas contra la injusticia y la humillación, extendidas por el mundo.

Se registra en la escritura de Millán un proceso de maduración poética, conciente de sus propias limitaciones, pero con lealtad y consecuencia a un pensamiento crítico. De la misma forma, hay que "retroceder" hasta la poesía de Gonzalo Millán, para alcanzar el espíritu revolucionario sobre la faz de nuestros días, donde recobremos al fin la fuerza y la conciencia para salir de nuevo a las calles y venzamos, en estos momentos tan deplorables, el miedo.

domingo, 24 de enero de 2010

Afrontar los mares en Cuarenta Barcos de Guerra: Reconfiguración del canon en la poesía mexicana


Para ser hombres y no destructores.
Ezra Pound

Hace poco más de cuatro años, en torno a la publicación del número “Formas” de la revista Versodestierro, llevamos a cabo una discusión y debate sobre la configuración de lo que sería la poesía mexicana en un futuro próximo. Esto es: acerca del lugar que ocuparía la poesía en nuestra cultura actual. En ese tiempo, atravesamos el mar para desembarcar en España, a presentar en Toledo una revista que se desplegaba en acordeón y que de un lado estaba escrita en prosa y del otro se hallaba la poesía. Ante todo, los escritores que colaboramos en ese número queríamos reivindicar las formas poéticas contra la anarquía del verso libre, en el sentido de que todo mundo escribe verso libre, pero pocos se entregan a un lenguaje capaz de violentar la realidad y modificar así sus estructuras autoritarias, por lo que desconocer cómo se escribe un soneto o una décima no era motivo suficiente para denostarlos como posibilidad creativa.

En ese debate también surgió el problema del canon, es decir, en el caso de la literatura, el criterio con que se juzga una obra, corriente o generación como válidas y que luego se han instituido para mantener la lógica de los grupos dominantes, los que dictan lo que debe o no pertenecer a la posteridad del Estado y la Cultura nacionales. Sin embargo, en México se estaba fraguando, desde el quehacer independiente, un movimiento cultural que en el ámbito literario ha ido articulando esfuerzos, los cuales rompen con la lógica que confrontaba entre sí a los poetas y sus editoriales, aunque todavía hace falta mucho por madurar.

Sabemos que en nuestro país, el peso de la tradición literaria se ha inclinado más por una crítica oficial, la cual ha desconocido y aún niega de manera sistemática lo que a decir de nuestra imaginación nos parece como evidente, puesto que el canon no es algo definitivo, siempre está en desplazamiento con respecto a las obras, corrientes y generaciones que lo configuran. No nos conformamos con adecuarnos a las corrientes oficiales, ofrecer pleitesías o acudir a las mafias literarias para esperar que se nos publique en una editorial de prestigio; sino que reaccionamos de manera consecuente con los reconocimientos e ideas que otras visiones han logrado cultivar en este ambiente adverso.

La invención de ese futuro posible, donde seamos libres para decidir cuál es el canon que nos apetece destruir, para luego ampliarlo en su pluralidad, nos ha alcanzado a principios del año 2010, que conmemora dos siglos de supuesta independencia nacional, con la publicación de la antología de poesía 40 Barcos de Guerra, en la que se han organizado cuarenta y dos editoriales independientes con la inclusión de 168 poetas de distintos lugares del país. Esto, me parece, busca situar una vanguardia de lucha cultural en el plano de una lógica que, como dice Enrique González Rojo Arthur, está en “contraposición, consciente, beligerante y subversiva, con el estado de cosas habitual”, con lo que este poeta, homenajeado y prologuista de la Antología en cuestión, cree vislumbrar en ello una nueva concepción de la cultura.

Lo anterior quizás porque como poeta, Enrique González Rojo siente y sabe que la realidad imperante nos aprisiona y que es necesario dar un viraje, hasta vernos unos a los otros como semejantes, en lugar de estar compitiendo para ver quién le canta a “la flor más bella” pues, a decir de él, lo importante es entrar en el jardín de la poesía y, una vez entrando ahí, nos daríamos cuenta de que es absurdo pensar en que un jazmín es más bello que una azucena. Inclusive, el autor del libro Poeta en la ventana recomienda a los poetas:

“Hay que asistir puntualmente al momento
en que, sin el menor quejido
la flor comienza a marchitarse
a desdecir belleza
a encontrar en el suelo
la forma polvorienta del descanso”.

O como señaló en términos más políticos Max Rojas, antologado en 40 Barcos de Guerra por la editorial Molinos de Acentos, al respecto de la necesidad de aceptar la otredad: “no podemos darnos el lujo de anularnos unos a los otros”. Por lo que hay que combatir y proseguir juntos los mares que nos afrentan.

Dentro de un seguimiento filosófico que ha cultivado a la par de la poesía, Enrique González Rojo celebra esta alianza de las editoriales de carácter marginal, con la bandera por delante del quehacer independiente. En este sentido crítico, se rompe con el canon tradicional – y con el de un concepto estrecho de independencia-, establecido en la manera de seleccionar los contenidos de antologías, ya que precisamente de manera autogestiva se conformó esta obra, donde las editoriales eligieron a cuatro poetas por cada una de ellas, a los cuales consideraban relevantes ya sea por su calidad poética y/o por ser representativos de su intención literaria.

40 Barcos de Guerra demuestra, desde el momento de su publicación, que este proyecto venció la incredulidad de la crítica oficial que desde un cuarto de siglo atrás ve en los momentos de crisis del país un estado de desesperación para los creadores, motivo incluso de traición de las propias convicciones. Quizá así se explique la retracción ideológica de algunos poetas consagrados a la sombra del pacismo como mafia cultural. A pesar de estas mareas que todo lo devoran, la salida que buscamos es fundamentalmente creativa, con esto se puede lograr, a decir de los compiladores y creadores del concepto antológico, una amplitud del canon desde el quehacer independiente, con el fin de dimensionar el devenir actual de la poesía mexicana, “entendiendo por independencia la situación de una colectividad que no está sometida a la autoridad de otra y que goza de libertad y autonomía”.

40 Barcos de Guerra. Antología de Poesía y sus editoriales. Editores Responsables VersodestierrO. Ciudad de México. 2009. 664pp. Concepto antológico: Adriana Tafoya.

miércoles, 20 de enero de 2010

Ítaca, Constantino Cavafis

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras y experiencias.
No temas a los lestrigones ni a cíclopes
ni al colérico Poseidón,
jamás hallarás en tu camino a tales seres,
si tu pensar es elevado, si auténtica
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu mirada ante ti.

Pide que el camino sea largo
que muchas sean las mañanas del verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca antes vistos.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte de hermosas mercancías,
nácar, coral, ámbar y ébano
toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes y sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
hasta atracar, ya viejo, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin esperar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca fue quien te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero ella no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, ya con tanta experiencia,
sabrás entender lo que significan las Ítacas.
.

lunes, 18 de enero de 2010

Odysseas Elytis: una escritura hecha con algas de Sol


No había escrito nada sobre este poeta emblemático, griego nacido en Heraklion, Creta, en 1911, que renovó la lengua griega y atravezó por los mares de una Odisea moderna. En su nombre Οδυσσέας Ελύτης, se cifraba un destino, sólo trazado por Cafavis (1863-1933) hasta entonces: despojar a la poesía- y con ella a la lengua griega entera- del atavismo reforzado por diferentes periodos de Estados autoritarios, con la imposición de una lengua oficial,el καθαρεύουσα, donde el precepto académico y el diccionario de Occidente se pretendían imponer sobre una lengua viva, lo que incluso se poltizaba a tal punto que la arrojaba a un estado de inferioridad. Habría que llegar entonces a la otra orilla, escribió Odysseas en un ensayo titulado "Antes que nada la poesía": ser creadores de otra arquitectura.

El poeta en su adolescencia se vuelca a un ejercicio de constante e intransigente heterodoxia, por ello es que escribe en el ensayo antes mencionado, que no reniega de sus textos de juventud. Si era necesario, habría inclusive qué desentonar, antes de quedar como amputados de la realidad. Es en esa juventud donde un Sol le concede a Elytis el florecimiento de las muchachas y el semblante de hombres valientes, quienes buscaban liberarse del yugo autoritario: el atavismo destruido para un Sol renovado. Sin embargo, se impone la tragedia y llega el día en que su afrenta contra el mar le muestra un Sol que ya no parece iluminar los perfiles de los efebos.

Aparece entonces la muerte. A pesar de los intentos por instaurar la república, el país entra nuevamente en un periodo dictatorial, al mando del general fascista Metaxas. Al comienzo de la Segunda Guerra mundial, aunque Grecia se había declarado neutral, frente a la invasión de los fascistas italianos en 1941, adoptó posición con los Aliados y el pueblo salió a defenderse. Es cuando Elytis entra a pelear en Albania, los fascistas italianos retroceden y esto hace que se dilaten los planes de Hitler para invadir a los rusos antes del invierno.

El Sol se perfilaba sobre el semblante del poeta cuando ve a miles de jóvenes griegos combatir sin temor. Sin embargo, los nazis no tardaron en bombardear Atenas y ocupar Grecia. Esto sorprende a Elytis en la convalescencia, pues cae enfermo de tifus, junto con la noticia de la muerte de un buen amigo en el frente albanés. En el hospital compone las primeras líneas de su canto heróico y fúnebre, en el que le reprocha al Sol: "¿qué no eras el eterno?". La suerte de su amigo fue la misma que la de muchos otros poetas asesinados en europa por las convulsiones bélicas.

Todo eso pareció un trágico e ineludible destino. Hace apenas unos meses antes de estallar la Segunda Guerra, Elytis y Seferis, ambos poetas de la generación de 1930, habían planeado en Atenas una serie de conferencias sobre el movimiento surrealista, ante una posible visita de Vicente Aleixandre, sin saber que unos meses más tarde tendrían que estar en el frente de batalla; como de la misma forma, sin saberlo, miles de jóvenes latinoamericanos "colocaron su mejilla contra la mejilla de la muerte", sacrificados a veces de forma muy absurda, entre ellos poetas como Roque Dalton.

El poeta autor de “Poemas Clandestinos” fue asesinado por traidores de la talla del ahora consejero de seguridad nacional. Una foto reciente en la portada del periódico, nos muestra al entonces presidente Carlos Salinas con cara de niño psicópata, viendo la AK-47 que le ofrece este antiguo "comandante" de las fuerzas guerrilleras en El Salvador, quien siendo su propio compañero condenó a Roque por su cualidad de bohemio en medio de aquellos seres tan estúpidos y arrogantes, que decían pelear por la Revolución y que ahora muestran ser parte de los gobiernos que siguen justificando la barbarie, como el que secuestró a Honduras, con el golpe de estado por parte de la ultraderecha, o como el actual de Felipe Calderón, que justifica la estrategia militar para acrecentar la inseguridad contra una población civil desarmada en Ciudad Juárez.

Durante las guerras civiles y golpes de estado del siglo XX latinoamericano, como escribe Roberto Bolaño, se fue dando algo similar, aterradoramente parecido, como sentenciaba José Emilio Pacheco hace poco, que esta realidad mexicana se parece, sin desearlo y cada vez más, a la imagen que se tiene de una guerra civil tan atroz como la española, en el siglo pasado, donde se perdieron muchas vidas inútilmente, como la de los poetas Miguel Hernández y Federico García Lorca.

La cólera de Aquiles contra una Troya completamente latina, se cierne sobre nuestra memoria colectiva, que para Borges toma su importancia cultural puesto que, aunque Homero se encontraba relatando el incomprensible encono personal de un rey sobre una ciudad, bajo la despótica voluntad de los dioses, quizá nos contaba, sin saber, algo quizá más digno, que la memoria hace perdurar: la resistencia de Troya, cuyos habitantes se enfrentan al destino de una ciudad en llamas, puesto que el Hades siempre ha sido de este mundo. Elytis ardía con la contemplación de esas llamas, pues nadie quiso ver, excepto él, cómo había entrado la muerte por el casco de su amigo en Albania, al igual que Lorca escribía en su Canto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía: "¡que no quiero verla!" Al referirse a la sangre de su amigo torero, derramada sobre la plaza de Granada. Pero en este infierno, como escribe Nicanor Parra, también puede existir un cielo; Odysseas Elytis lo advierte en la idea de llegar a la "otra orilla", a la bahía en donde ya la voz no conoce "la noche anónima de la muerte", donde los barcos se izan como poemas y el poeta encuentra la luz que había soñado algún día, en distantes coordenadas de su navegación.

Existe un trasfondo en esta historia: el círculo que dibujan los poetas solares. Hay además la persistencia en una tradición, el mutuo desconocimiento entre poetas contemporáneos, por ejemplo, entre Odysseas Elytis y Octavio Paz. Aunque ambos poetas comparten ser ganadores del Nóbel, nunca se reconocen mutuamente, a pesar de que son dos poetas solares. En una lectura comparada, me parece que Paz aprovecha el resplandor de Elytis, que en ocasiones lo va guiando para alcanzar zonas hasta antes oscuras, por desconocidas, para el autor de "Piedra de Sol". Sin embargo, la tradición mexicana pesa y dicta que hay que negar al contemporáneo, aún cuando sea fuente de influencia literaria. De algún modo en su obra, Paz reconoce diálogos como el que mantiene con el filósofo Ortega y Gasset, pero con otros se mantiene al margen. Como si fueran parte de un mito nahua como el del Quinto Sol, recogido bellamente por León Portilla, Octavio Paz, en la punta de un cerro, espera tener el valor para arrojarse a la hoguera, para llegar a ser un Sol en la ciudad de los dioses. Sin embargo, Elytis no necesita ese valor, pues trae un escudo que refleja la luz a la manera de un espejo, un hombre de Creta cuya idea de Ítaca está su alma, en algún momento de su camino entre la luz, los cantos de Safo y el poema de Cavafis, dispuesto a encontrar lo más importante de la mirada sobre las cosas, ser capaz de ver lo extraordinario de un lugar común, el retorno a una poesía de la inocencia, que refulja frente a la mueca cadavérica de Occidente en el ocaso.

"Desde niño le entraron mal las letras del mundo, quería una escritura hecha de algas de sol ¿Quién más la iba a conseguir? Sólo él acató la orden". Elytis escribe sobre sí mismo y de esto aprende que más vale mirar un lugar hace tiempo conocido con los ojos del que apenas llega, que la mirada común hacia un lugar nunca antes visitado. No una relación con el sentido original de las palabras, sino el espíritu que anima a nombrar para llegar a una vibración más profunda. Curiosamente esto mismo lo aborda el propio Paz en uno de sus poemas más críticos de su generación: "No nos faltó entereza, nos faltó humildad, lo que quisimos no lo hicimos con inocencia". En cambio, Elytis ante la visión del poeta impresionado eternamente por los sucesos del mundo, contesta: "Muchos han hablado de la luz, pero añado, ¿nos dijo alguién jamás, en el extenso terreno del pensamiento crítico, qué es la luz? Es más prudente, me parece, partir de una escala más humilde y llegar por analogía a lo sustancial y lo grande". Para Elytis el helenismo es un humanismo, le sigue a Odysseas un Sol en el que la poesía va a fundar constantemente ese ejercicio de "constante heterodoxia", necesario para llegar a ser la lógica de excepción que concibe las reglas que puedan transformar la realidad.

En Oaxaca, a finales del año 2009, miembros de la Asamblea de Artistas Revolucionarios de Oaxaca, nos gestionaron alojamiento en C.A.S.O.T.A, un proyecto autogestivo de espacio en apoyo del movimiento popular oaxaqueño. En este lugar también se encontraban dos jóvenes griegos, Sergio y Kostas, que luego partieron rumbo a Chiapas. Cuando le dije a Kostas que quería conocer Creta, se sorprendió pues él es cretense y aún más cuando le dije que quería ver la isla donde había nacido Odysseas Elytis. Sergio luego recordó una frase de Cavafis "Conserva en tu alma la idea de Ítaca" y de pronto mediante la palabra, compartí con aquellos griegos algo hasta entonces poco expresado por mí ante otros amigos sobre la poesía. También se lamentaron que la mayoría de los griegos desconozca quiénes son ambos poetas. Yo quería escuchar los versos del poema en griego Ítaca, de Cavafis, pero acabé contándoles que había conocido, cerca de Tulum, Quintana Roo, a una chica de Málaga, una mediterránea que más bien parecía venir de la isla de Lesbos, coronada por Talas, el triste amor, igual que a Safo. Lo curioso es que ella tenía un tatuaje, en uno de sus codos, con un fragmento escrito en griego. Cuando le pregunté qué decían esos signos como algas de sol, recitó unos fragmentos de "Ítaca”. Nadie hasta ese momento de su viaje por México había acertado a mencionar a Constantino Cafavis como el autor de este poema tatuado en griego. La complicidad, en ambos momentos, me hizo verlos como unos amigos bastante literarios, de algún modo la vida me llevaba a la poesía y viceversa, parafraseando a Elytis sobre el cielo y el infierno, los materiales con los que está hecha la vida son los mismos del que dispone el poeta para escribir, aunque si la realidad nos bastara con eso, no tendríamos por qué imaginar que este infierno puede, en un momento dado, llegar a ser un paraíso, si es que en verdad tenemos un don sobre la tierra.

domingo, 17 de enero de 2010

Los ecos del nómada


He llegado a Mexicali hace un par de días, pero el trabajo me impide conocer la ciudad en estado de turista. Desde el avión se veía el país como una hoja arrugada y, de pronto, la extensión del desierto, junto al cielo inabarcable que comparte su vastedad con el mar. Esperaba verlo, como si la península dejara ver a ambos lados, a cierta altura, los rostros del cortés y del pacífico.

Pero el mar estaba en otra parte y el desierto era su antifaz y su escudo. Sólo antes de aterrizar se asomó un oasis a relumbrar en medio de la arena, basalto invadido por musgo en derredor a un ojo solar. En tierra, de nuevo escarabajo, decidí caminar bajo el calor invernal, que quema y no calienta, pero terminé por regresar a la estación al ver los escasos autos, sobre todo camionetas, que pasaban en varios minutos.

El taxista confirmó mis impresiones, “esta ciudad se construyó sobre el desierto”. Los taxistas como fuente de conocimiento, recorriendo las calles desiertas en el desierto del desierto, quizás no sean tan nefastos como en la ciudad de México. Aunque me llevó a un hotel bastante aislado, a la orilla de la carretera Lázaro Cárdenas, motivado por la comisión que le daban, bastante lejos del centro, junto a un antro que se llama El Establo, también algunos otros taxistas me han rescatado de la oscuridad de los descampados y durante un par de días que me he instalado en un par de hoteles de paso, hasta quedar muy cerca del lugar para cumplir mi primera misión, han sido buenos informantes.

Todavía me siento perdido, pero es bueno comenzar de cero. En las inmediaciones de la zona industrial, sobre la carretera en un kilómetro 11 a San Luis, donde me he hospedado en un motel de paso para levantar un pequeño y solitario laboratorio sociológico, se levantan las tolvaneras de polvo y un silencio interrumpido por el bullicio de trenes y trailers. Palomas aplastadas, como si no hubieran alcanzado a remontar el vuelo o la fuerza del aire las hubiese azotado contra el pavimento, cuarteado por el sol inclemente de otras estaciones.

Un par de perros destripados, que no alcanzaron a pasar al otro lado, que permanecen varios días a la intemperie junto a un estrecho camellón, cerca del paso de los autos. Cruzo con cuidado y veo a la trasnacional con su logo en medio de la nada, las vías del tren imponiendo un límite, la tolvanera que reseca en la garganta, las preguntas que formulo en mi mente antes de pronunciarlas.

Entonces los veo salir, obreros que acaban de terminar su jornada, ensamblando piezas que harán posible el funcionamiento de un arma muy destructiva para alimentar el negocio que han establecido los señores de la guerra en esta parte, con la complicidad del gobierno para imponer sus condiciones paupérrimas de trabajo. Decía Gramsci que había que encontrar un nuevo equilibrio. ¿Qué haces? Pregunto a un obrero. Me responde que un Caza F-16. “A estos cabrones les gustan los juguetes de la muerte”, me dice y pienso en la producción en serie y el complejo iindustrial militar estadounidense, con la mano de obra barata, carne de cañón para los buitres del capital.

Vienen los obreros, que no sé si quieren llamarse así, los rostros que dicen que están bien, pero que en realidad ganan muy poco dinero, están preocupados por la crisis. Llegan en la madrugada, siempre tienen prisa, otros salen mientras persigo esa imagen donde amanece en el desierto e intento mirar hacia ese día en que el trabajo sirva para conjuntar nuestro ser y estar en el mundo, los deseos y los deberes, las ideas y las manos, por fin reconciliados y así podamos construir, por vez primera, un futuro propio.

Traigo las herramientas, las cuestiones elementales, lo que sabes o lo que no sabes. Obtengo información valiosa. Nadie dice sobre alguna organización colectiva, todos ganan muy poco, pero la empresa se lleva 40 mil millones de dólares. Lo que se fugó en capitales durante la crisis de agosto de 1982, un mes antes de mi nacimiento. Fue duro porque una empresa de estudios de mercado por esas fechas tuvo que despedir a mucha gente y entre ellos, a mi padre, que no tuvo más remedio que meterse a dar clases de literatura, aunque eso era lo que al final de cuentas le apasionaba.

Se acaban los días en Mexicali y antes de conocer lo que sucede con la producción aeroespacial, persisten las dudas, pero siento la frontera más que antes, he comenzado a aprender a perderme en las polvaderas, allá dentro están los molinos de la guerra, alimentándolas, habría que fracturar el engranaje del infierno.

Voy a cantarles la canción del polizonte para que salgan todos, al tiempo que revivo y me quedo con secretos, los más siniestros y anhelantes, con esta voz al susurro de las musas, ah, los ecos.

Tengo el rostro de los obreros como apariciones, necesito saber quiénes son ellos. Espero que el laboratorio sociológico me otorgue esa posibilidad, aún quedan algunas horas para pensar y analizar todo lo que ha ocurrido.

Y para llegar a ti, amor mío, pondré todo mi empeño, la frontera ya no me abandona y llegaré hasta ti bajo el auspicio del desierto.

Arturo Alvar
Mexicali, enero de 2009



El viento me ha seguido hasta el desierto
remotamente el polvo cubre tu recuerdo

la soledad muda de abrigos
a la intemperie del silencio

puedo decir que te espero todavía
con los mismos párpados sedientos
en la quietud de astros semejantes
hacia otra parte lejos de tu cuerpo
cunde la noche a prolongar abrazos
vendavales sueltos para el vuelo del humo

desde el cielo como islas hay ciudades
resplandeciendo intactas a los cirros

esas nubes sonámbulas
que sueñan con tus besos

anhelos que aún se avistan

a través de la tormenta.
.

jueves, 14 de enero de 2010

Donde el sueño permanece


A un año del cierre del Foro Cultural Calpulli-Marina por parte de la Administración de la Unidad Habitacional Marina Nacional, diversos colectivos intentan retomar el espacio desde los diversos frentes donde la cultura tiene sus mejores armas. Mediante la trashumancia y alzando la voz desde otros espacios en pie de lucha, se emprende nuevamente un proyecto que busca incidir desde los distintos ámbitos del quehacer cultural. El espacio donde apenas en noviembre de 2008 se había realizado el Tercer Encuentro Nacional de Artistas Jóvenes Independientes, con la participación de 300 artistas de 12 estados del país, en donde se conjuntaron las diversas artes y como punto de reflexión y retroalimentación de experiencias colectivas, quedó cerrado luego de que la administradora decidió cambiar la chapa para "evitar que se robaran bienes de la administración".

La estigmatización hacia los jóvenes que organizaron el encuentro quedó expuesta al hacer acusaciones de esta índole, sin embargo, si no hubo obras plásticas que se perdieran de compañeros artistas que enviaron sus cuadros desde entidades como Culiacán y Chihuahua, por qué habríamos de extraer el material de desperdicio de metal, fierro, madera, los supuestos bienes de la administración, que para el ENAJI mejor se utilizaron para cubrir la necesidades del espacio en cuanto al montaje de obras y escenarios.

Ante la cerrazón para permitir el acceso al foro por parte de la administradora, desconociendo así el acuerdo de respetar la vocación cultural de este espacio, así como de considerar a los jóvenes como actores centrales en la consolidación de este proyecto, varios colectivos organizaron una jornada cultural a las afueras del Calpulli para protestar por esta acción arbitraria. Al atardecer del 9 de septiembre se podía escuchar la Radio Calpulli informando sobre el programa de actividades, que incluía música popular con proyección de videoarte, al fondo de los murales; la presencia de las bandas de Rock y Funk "Carrillo Garage" y "La llamada de Londres", para cerrar con música electrónica y con una lectura de poesía.

Sin embargo, cuando "La llamada de Londres" empezaba resonar en los edificios de la Unidad Habitacional y en los cuerpos de los asistentes, una veintena de policías, llamados por la administradora, bajo la acusación de abrumar a los vecinos por el infernal ruido, irrumpieron en el evento. "La llamada de Londres" siguió tocando con todo la tensión de la policía. Un grupo de jóvenes habitantes de la Unidad intentó dialogar, pero tuvimos que suspender para evitar que se llevaran a un compañero. Yo no estaba dispuesto a aceptar el fin del evento, así que fui hasta los tiras y les mostré la revista Sapiencia con uno de mis poemas, y ya que habían impedido continuar con el programa, ahora leía "La nada de los dioses" para compartirles un poco de mi descontento. Fue hasta ese momento que se retiraron, como si las palabras fueran una barricada incontenible; de algún modo se les estaba narrando un capítulo de la atrocidad del mundo, cada cual se vio en su papel y no lo soportaron. En las semanas posteriores siguió el acoso y los intentos de extorsión hacia jóvenes vecinos de la Unidad, por parte de policletos, cuando intentaban reunirse las afueras del Foro Cultural Calpulli Marina, dejando claro que la administradora estaba detrás de todo aquéllo y que en realidad el pretexto de cerra el Foro escondía el miedo de que los jóvenes realmente se organicen para darle un impulso comunitario a este espacio.

Se planeó entonces la siguiente acción. Durante este año, con el Foro Calpulli cerrado, algunos miembros de Cuatropuntos, como Paulo y Jonathan, habían trabajado en la Comunidad de Jóvenes de San Fernando (Tutelar de Menores) con el proyecto del Cine Alternativo. Esto resultó en la producción de un video documental sobre los jóvenes reclusos, que entonces Javier planteó para proyectarse por primera vez en uno de los espacios públicos de la Unidad. Si tenemos el Foro cerrado, hay que tomar otros espacios, me dijo, reunidos en la reja de malla ciclónica que separa el Calpulli de la Unidad. Y no sólo sentíamos la separación dolorosa que nos apartaba de ese mundo posible, con las puertas abiertas del Foro cultural, sino que sentíamos de pronto las rejas del Tutelar que separaban a los reclusos de nuestra realidad; sentimos nuestras propias cárceles impuestas: las rejas nos sitiaban. Pero el arte y la cultura son formas de liberación concretas y nos ofrecieron pronto una respuesta.
Fue así que a principios de diciembre, se llevó a cabo "Entrerrejas", evento cultural donde, además de estrenarse el documental "Mirada de San Fernando", fueron expuestas las obras plásticas que los jóvenes reclusos habían realizado durante el año en sus talleres de pintura y escultura. Como metáfora visual, justamente en el área de juegos de la Unidad, fue donde se colocaron los cuadros, aprovechando las rejas que la separan del resto de los edificios. Los vecinos se sorprendían de una Santa Muerte hecha en papel, que despertó tanto admiración como miedo, pero no dejaba indiferente a nadie.

Con la Radio Calpulli se invitó a los vecinos a asistir a la exposición y fueron entrevistados dos funcionarios de la Delegación y de la Procuraduría Social. Al preguntarles si esta actividad cultural implicaba un delito o atentaba contra la comunidad, se abrió una discusión donde se dejó en claro que no sólo estaba permitido realizar este tipo de actividades, sino que es un derecho. Si la administradora de la Unidad no convoca a una Asamblea, los vecinos tienen el derecho de constituir una y discutir libremente sobre sus áreas comunes y otros problemas que los atañen. Nuevamente apareció la policía, aunque esta vez estábamos más preparados, pues ya no sólo traíamos la Radio Calpulli, sino la producción de un documental donde la voz es un arma y la cámara también. De esta forma se registró lo que sucedía.

Javier también había invitado a los profesores de los talleres y mientras eran entrevistados en la Radio Calpulli, una señora acusó a los jóvenes de interrumpir la tranquilidad entre ella y su televisión. Fue cuando algunos vecinos salieron en nuestro apoyo, le pidieron un poco de tolerancia y así terminó por retirarse, muy enojada pero se pudo continuar con el evento.

El Foro hasta el momento continúa cerrado, pero estamos moviendo nuestras conciencias, abriendo puertas hasta encontrar el umbral de una realidad transformadora. Necesitamos llegar con mayor fuerza y más unidos, pero enlazando al mismo tiempo otras experiencias, pues la cultura está sucediendo, en algún lugar un colectivo se organiza. Algo que con el ENAJI se planteaba como encuentro, también confluye en la multiplicación de frentes y propuestas. Con el proyecto de un documental sobre los colectivos culturales, queremos conocer qué se hace más allá de nuestro ámbito inmediato de acción, para lograr a la postre la apertura del Foro Calpulli como un espacio que permita desarrollar nuestra creatividad. Seguimos caminando.