domingo, 23 de enero de 2011

El simbolismo poético de Federico García Lorca


Mácula luna

A diferencia de los poetas españoles que partieron hacia el exilio en América, como Rafael Alberti y León Felipe, la historia del andaluz Federico García Lorca, está empapada de sangre, tanto en su obra como en su biografía -que se entrecruzan como las bóvedas de una iglesia-. Por sorprendente que parezca, apenas se comienza a estudiar el exilio cultural español en México. El Colegio de México, por ejemplo, debe mucho a los españoles exiliados en el país, profesionistas republicanos en su mayoría, donde se ha sistematizado su aportación, pero aún se menciona poco sobre el exilio de los poetas.

El caso de los poetas que se quedaron en España, como Federico García Lorca y Miguel Hernández, sucede otra tragedia como principal escenario. Sus tempranas muertes poco después del estallido de la Guerra en 1936, se han convertido en hitos y puntos de atracción cardinales para la crítica literaria y la comprensión del contexto histórico-social donde las circunstancias de ambos se desenvolvieron a la par con el proceso histórico que vivían.

La poética del andaluz abarca múltiples escenarios. Por una senda apacible, pasea alrededor de un jardín, sembrado con flores, rosas, azahares, jazmines, al centro una pequeña fuente surtidora de amor, donde algunas parejas descansan; su poética va de la mano de la vieja tradición popular y de la infancia juguetona de la innovación moderna. Pero también, al fondo del parque, comienza un bosque encantado, donde la explicación puramente racional abreva sus límites y su propia sospecha de otra vereda menos conocida. La Huerta de San Vicente de Granada hoy en día es un parque donde todavía se encuentra la casa familiar de Lorca, abandonada un mes después de estallar la Guerra Civil. El bosque encantado, imaginado y cantado por el poeta en "Bodas de sangre", el regreso al tiempo primitivo donde la luna aparece tal diosa blanca que interviene sobre el destino de los hombres.

Si para Steiner, la tragedia sólo puede ocurrir lejos de la razón y la conciencia social, en la obra lorquiana y en concreto en "Bodas de sangre", es justamente la ruptura del orden social lo que causa la tragedia, el castigo de ir contra el destino. Sin embargo, las fuerzas ocultas de la naturaleza humana van más allá de la mera voluntad de los personajes. Los personajes saben de este orden, son concientes e incluso quieren dejar de cumplirlo, pero no pueden hacer nada contra la petición de la sangre y, con ella, del sentimiento trágico Andaluz y universal. Es pues, una relación de continuidad en el sentido clásico y, por otra parte, la disgregación del tema que sólo puede ser reestructurado en la figura lunar de los últimos actos de "Bodas de sangre"; la luna es la que pide sangre y al mismo tiempo nos revela la cualidad mítica de la poética lorquiana, que bien puede cuadrarse al modelo de Steiner, pero no quedarse sólo en esa perspectiva.

La intensión del presente ensayo es encontrar el simbolismo lunar de García Lorca, enfocándonos en "Bodas de sangre", pero no desconociendo la luna como elemento fundamental para entender toda la obra poética de Lorca. En "Bodas de sangre", no analizaremos tanto los diálogos como el canto, a excepción del dúo ritual que cumplen los amantes antes de ser alcanzados por la tragedia y la muerte. Si puedo acudir a la metáfora de "Bodas de sangre", para mí el centro de la obra de Lorca es la celebración intensa, el elemento ritual de la poesía, esa sustanciación telúrica que pertenece a todos los pueblos.

Me interesan mucho más lo poemas intercalados, por su gran belleza, que los diálogos con un tono más de sucesión que de premonición. En los versos de Lorca se abren otras dimensiones temporales y cumplen funciones actualizadas como el antiguo coro, el intercambio simbólico de los elementos escénicos y la encarnación de las diversas personalidades humanas, donde a veces se elige la ironía y el sarcasmo que nos hace sentir los oscuros impulsos humanos, antes que la incomprensión histórica por parte del público.

Recordemos los versos externos a "Bodas de sangre" con respecto a la luna y después, guardemos silencio: "Si muero, ¡dejad el balcón abierto!" Grita el poeta en la casa de campo familiar. La muerte se integra a la realidad poética, pero también en la circunstancia social. Así, la luna huye, huye de los gitanos, esos errantes, a la manera de los pueblos bárbaros; o bien, la luna viene por un "anfibio sendero" en otro poema. También es la luna del un solo ojo, aquélla dibujada por Lorca en el "Romancero dedicado a Emlia Llanos", como símbolo de lo femenino, pues "bajo la luna... las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas". Es decir, es el principio oculto de la luna, que sólo puede ser invocado a partir del canto del poeta. En otro poema, leemos: "Barandales de la luna por donde retumba el agua". El agua que emana se contrapone a la necesidad ritual de la sangre, entonces tiembla la imagen lunar y se difumina en el cosmos. Podemos interpretar que ese "balcón abierto" -y desemboquemos en "Bodas de sangre"-, es también la invitación para penetrar en la obra de García Lorca contemplando los rasgos culturales más emblemáticos de la literatura española; así como también "la baranda" es por donde la novia se escapa en la tragedia andaluza por excelencia. Sin embargo, ni nosotros podemos mirar a la novia, pues sólo la luna es capaz de ser testiga y causante de la tragedia.



El argumento de Lorca en "Bodas de sangre", bajo el paradigma social, es el de la discordia de las familias y la puesta en crisis de las normas sociales establecidas con respecto al amor y al matrimonio. Un poco como el planteamiento de Denis de Rougemont del amor como transgresión, sobre todo en la actitud de los amantes. Ahí donde no hay amor, la libertad se ve coartada por el matrimonio, es decir, su institucionalización. La figura de Leonardo, el único personaje con nombre (como por maldición gitana), no es otra cosa si no el sujeto que se revela contra los valores sociales establecidos. Sin embargo, en el canto poético de los personajes nos damos cuenta de que existe un transfondo mayor, pues es el deseo lo que ha provocado la ruptura social, incontrolable por los personajes mismos, que los rebasa, con el tratamiento magistral de Lorca, donde otras son las fuerzas que deciden por ellos.

Dice Leonardo a la novia: "clavos de luna nos funden mi cintura y tus caderas". Ante el acuerdo matrimonial, la condena de la casa se cumple, el personaje madre sirve de pitonisa y surtidora del llanto trágico que al final no se muestra sino a solas entre las paredes de su encierro, es decir, del regreso a la norma de lo cotidiano, después de haberse cumplido el rito donde tarde o temprano habrá de correr de nuevo la sangre. Cuando los amantes escapan, el novio tiene que salvar el honor e la familia, pero en el fondo, es arrastrado hacia su sino trágico por el cantar de la luna hacia un estadío anterior, que lo vuelve no ya el novio y buen hijo, sino el salvaje y asesino, lo dionicíaco andaluz, el macho cabrío desmembrado.

Desde el principio Lorca nos pone las piezas para el acontecer trágico, pero es interesante cómo va llevando la trama hasta la figura de la luna. Hablaré sólo de los tres primeros versos de su principal intervención monogal, dado que el 3 es un numen aritmético de "Bodas de sangre". La luna habla, se personifica y canta uno de los poemas más hermosos de la obra. Se presenta a sí misma como:

"Cisne redondo en el río
ojo de las catedrales
alba fingida en las hojas".

El Cisne es una transfiguración de la pureza, en contraste con el fondo mítico del río oculto de nuestra conciencia, lo que fluye desde la invocación hacia la evocación del tiempo mítico. La luna nos invoca, en el reflejo del río, el canto de Heráclito donde el Cisne además evoca la blancura de la luna, en una imagen intensa. El ojo de las catedrales significa la cualidad de la luna por penetrar en la religiosidad del hombre, más allá de un catolicismo. Para Federico García Lorca, también existe la profanidad, es decir, la "maravilla de la iglesia pagana", tan acendrada en el telurismo andaluz. Mientras que el alba fingida de las hojas nos remite al misterio último, donde no se nos puede presentar la luna de manera constante, sino transfigurada, en el bosque. A veces la luna es signo de fecundidad; otras como trágica, menguante y agónica forma. En muchas ocasiones se presenta como la búsqueda de la mujer, la victoria de lo femenino frente a lo masculino; otras como el en caso de "Bodas de sangre", aunque toca de cierta manera a todas las otras figuras, es el rito de la muerte. Inconstante e incontinente, como la concibió Borges, la luna puede tener muchos rostros, como la máscara con la que anda la luna en persona, sobre el escenario de "Bodas de sangre".

Acaso el artificio se produce como una sensibilidad expuesta a los abatares del mundo del poeta andaluz. Conocemos la vida de Federico García Lorca bajo su sino trágico de la muerte, tantas veces anticipada en su obra poética y en la manera de concebir la realidad, donde se hizo inminente la Guerra Civil. Con anterioridad se ha discutido si debiera buscarse y encontrarse el cuerpo de Federico García Lorca como un deber histórico y al mismo tiempo un acto de justicia. Unos argumentan que el que Lorca pueda ser enterrado con todos los honores, es para que el pueblo español pueda reconciliarse con el pasado atroz de la guerra; sin embargo, otros piensan que al descubrir el cuerpo de Lorca, éste perdería su símbolo de memoria para todos los fusilados y aquéllos que corrieron una suerte similar, pues la memoria es la más frágil de las facultades humana, como dice Octavio Paz. Lo cierto es que podemos encontrar a lo largo de sus metáforas la sensación trágica de la vida.

Al partir de Granada me he despedido con una estrella fugaz recóndita en el lago de la luna. He visitado la casa familiar de Federico García Lorca y con asombro me enteré que pudo haberse salvado en México, puesto que en el verano de 1936 Lorca iba a montar una obra de teatro. Este país lo hubiera recibido con los brazos abiertos, como a tantos otros artistas en medio de la convulsión social. Entro al cuarto donde hay un escritorio de madera donde se dice que escribió "Bodas de sangre". He depositado mi libro de poemas en el cajón del escritorio, "Obituario", esperando que se quede un buen trecho del siglo XXI en ese ataud tan literario. Duele saber que Lorca se quedó en Granada, a pesar de la oferta que le hiciera la universidad, con el trágico desenlace, pues su padre no lo dejó partir, ya que consideró que Lorca había viajado lo suficiente por Nueva York y Sudamérica. Cuando salgo con mi mochila, entre las estrechas calles, veo la luna de Granada, saltando de almena en almena, tiene la tersura de las murallas que sitian la ciudad, en el horizonte de la sierra. Pienso, al tomar el autobús, que me hubiera encantado la supervivencia de Federico García Lorca en México.


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Homenaje a Federico García Lorca, por el músico Silvestre Revueltas, hermano del escritor José Revueltas, nacidos en Santiago Papasquiaro, Durango. A su vez, Francisco Zendejas, poeta infrarrealista, también les hizo un homenaje a los hermanos Revueltas, al cambiarse el nombre por el de Mario Santiago Papasquiaro.

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