miércoles, 25 de mayo de 2011

Darle rumbo al rumbo: México es Ciudad Juárez más que nunca


Hace una semana, Felipe Calderón estuvo de nuevo en Ciudad Juárez, considerada la más violenta del mundo, con pretexto del programa “Todos somos Juárez” implementado por su administración en 2010 y dos años después de haber militarizado la ciudad, a partir de la inconformidad por la masacre, entonces sin precedentes, de 16 estudiantes que asistían a una fiesta en el Fraccionamiento de Salvarcar, por cierto a diez minutos de un cuartel militar que nunca respondió al llamado de auxilio ante las acciones de un grupo de sicarios.

Por supuesto, esta vez no estuvo en la agenda de Calderón entrevistarse con familiares de las víctimas de los “daños colaterales” en aquella urbe-frontera, puesto que la última ocasión las madres de nuestros jóvenes asesinados brutalmente le dieron la espalda frente a los medios de comunicación y le dijeron que no era bienvenido, ya que en un principio Felipe Calderón había declarado, incluso ante la comunidad internacional, que los jóvenes asesinados eran delincuentes.

Poco tiempo después, en los medios nacionales, Genaro García Luna declaró que en el 90% de los casos de homicidios en el país se trataban de personas vinculadas con el crimen organizado. Insistió, ante la indignación de la población juarense (que se vio reprimida por la policía federal durante aquella visita de Felipe Calderón) que los crímenes en Ciudad Juárez habían disminuido considerablemente, aunque los meses más sangrientos de 2010 quedaban por venir.

En esta inercia, en octubre se alcanzó una cifra record de asesinatos con 350 de ellos, siendo que el día 31 se llevaron a cabo 10 asesinatos, es decir, el día más sangriento de todos los del gobierno de Felipe Calderón, quien en esta última ocasión que visitó Ciudad Juárez, no perdió la oportunidad para degradar a las víctimas una vez más, con sus cifras que burdamente intentan justificar la consolidación de su política de militarización y Estado policiaco que no debemos permitir y si queremos impedir más muertes y sufrimiento.

Sostiene el mandatario que los homicidios han bajado de once a cuatro víctimas diarias sólo en Ciudad Juárez, lo que para él significa una disminución porcentual del 60 por ciento. Pero ¿con relación a qué otras cifras, de qué años, con qué otros delitos? Eso no lo aclara porque no le conviene. El día más sangriento en Ciudad Juárez en 2010, por ejemplo, es menor a los 11 asesinatos que maneja como promedio en la cifra extrema de éstos. Las cifras se manipulan y no es, como vemos, la primera vez que esto sucede.

Basta comparar otras cifras para desechar lo dicho por Calderón, pues de 2007 a 2009 los asesinatos en Juárez aumentaron un 800% y desde 2009 se ha sostenido una cifra de 191 asesinatos por cada 100 mil habitantes. Lo más dramático es que hay más de 10 mil niños dejados en la orfandad desde 2008 y en 2011 se espera un aumento en el número de los asesinatos en esta urbe fronteriza, la más adolorida de este país a decir de Javier Sicilia.

Entonces por qué ahora Calderón sale ante los medios y declara que los asesinatos han bajado en Ciudad Juárez. ¿Acaso pensaba que iba a poder sostenerse un exterminio de esta magnitud por tanto tiempo, sin que tuviera que declararse una guerra civil abierta? Como si además se nos olvidara que los crímenes cometidos se han acumulado y que deberá rendir cuentas ya que la mayoría de éstos no han sido resueltos todavía.

Ciudad Juárez sigue secuestrada. Lo alarmante es que siguen ocurriendo desde 2008 ataques sin precedentes contra la población civil en nombre una guerra contra el narcotráfico, una guerra declarada a favor de uno de los cárteles, el Estado-cártel, que en complicidad con los grupos oligárquicos nos crea la ilusión mediática de una disputa donde las garantías han sido desplazadas por las fuerzas de la impunidad.

Nos enteramos por lo periódicos sobre las muertes de periodistas en manos del crimen organizado, fuera del gobierno o dentro de él, siendo otro síntoma del estado de descomposición en que vivimos; con indignación, impotencia y coraje, vemos cómo han asesinado a jóvenes que nada tienen que ver con una participación en bandas delictivas, empezamos a presenciar cómo se imponen las lógicas de la destrucción.

En la ciudad las calles se fueron vaciando, las personas tienen miedo de salir, muchos se han ido hacia El Paso, en Estados Unidos y los que se quedan en sus casas tampoco se sienten más seguros. Muchos ya no quieren ni ver las noticias. Hemos escuchado denuncias de que miembros del ejército y policías federales se han rebajado a nivel de sicarios uniformados, lo que se refleja en las denuncias presentadas ante Derechos Humanos

No sólo inventan chivos expiatorios, sino que también se meten a las escuelas, balean estudiantes, acosan a jóvenes que pertenecen a organizaciones sociales, miembros de colectivos y activistas. El nivel de riesgo y peligro hacia los habitantes no es menor que estar viviendo en Irak o en otros países con guerra declarada.  

Debemos reaccionar a lo que está ocurriendo, aunque sea difícil focalizar el punto de quiebre, porque sabemos que esto es parte de un aparato más complejo donde intervienen intereses de los grupos fácticos y que, al mismo tiempo, sólo una movilización organizada en varios frentes podrá alcanzar algún tipo de trascendencia social.

Desde afuera, es decir, en otras entidades del país, hay que multiplicar las muestras de solidaridad ante las condiciones de indefensión en que han dejado a tantas familias inmersas entre el sufrimiento y el anhelo de justicia, entre los que se quedan y los que se han marchado sin otra opción frente al terror.

En este sentido, la movilización convocada por el poeta Javier Sicilia, a quien asesinaron a su hijo el pasado mes de marzo, a la que se han sumado diversos sectores como víctimas y familiares de esta “guerra contra el narcotráfico”, trabajadores y sindicalistas; estudiantes; intelectuales y hasta el Ejército Zapatista Liberación Nacional, constituye un frente legítimo de participación ciudadana para revertir la lógica del terror que se implementa en México, a través de un pacto nacional entre los diversos actores involucrados.

Por lo revisado hasta aquí, a diferencia de cuando se reunió con Calderón, creo que fue acertada la decisión por parte de Javier Sicilia de declarar que se llevaría a cabo este pacto nacional en Ciudad Juárez. Es la primera vez que se resuelve un consenso de esta naturaleza y también más viable que cuando los políticos han hablado acerca de la necesidad de generar un consenso entre la fuerzas partidistas.

Sin embargo, hay varios retos y consideraciones que apuntar para lograr este propósito. Con respecto a la movilización y el uso que se le dé, hay que estar atentos contra los oportunismos electorales. Pero también hay que apuntar a la creación de herramientas para la ciudadanía que permitan limitar y dar contrapesos a la autoridad, en caso de que ésta quiera extrapolar sus funciones hacia un estado autoritario, con miras a la construcción de una agenda nacional que dé un rumbo distinto a este país inmerso en la violencia y la degradación de su tejido social.

Se firmará el pacto en Ciudad Juárez, donde hay que considerar también la presencia de la policía federal y los grupos criminales. Por lo que hay que conjuntar a las redes y organizaciones sociales que ya operan desde allá para dar cabida a la recepción de la Caravana con los menores contratiempos posibles, porque adversidades desde luego las hay no sólo por las rutas de “tierra de nadie” para llegar hasta Juárez, sino por las condiciones mismas de esta ciudad.

En Ciudad Juárez, con una población de más de un millón y medio de habitantes, las manifestaciones masivas no se acostumbran. Los medios de transporte públicos, además, son ineficaces. Eso no deja dinamizar a la población, quien mejor se compra un coche o se transporta en los autobuses que les proporcionan las maquiladoras donde trabajan y se les impone una mecanización de vida. Eso mismo provoca, además de la despersonalización y falta de vínculos sociales, entre otras cosas, poco control de los automóviles que circulan (donde encuentran cuerpos y desde los cuales se llevan a cabo las balaceras entre grupos)  y sobre todo que las autoridades ignoren que el transporte público es una necesidad ineludible y que serviría como catalizador social en pos de una dinamización económica.

Hay que tomar en cuenta que la última ocasión que miembros de la sociedad civil organizaron el Foro contra la Militarización, la Policía Federal baleó a un estudiante de nombre Darío, quien estaba dentro del campus universitario. Ese sólo hecho hubiera justificado la dimisión del Secretario de Seguridad Pública, pero no fue así, al contrario, Calderón respalda sus “logros” en Ciudad Juárez.

Pienso que hay activar las redes civiles que se tienen desde Ciudad Juárez, dialogar con la sociedad en su conjunto, buscar de algún modo ese plebiscito sugerido por Sicilia. Con respecto a las herramientas de la sociedad para cambiar de rumbo,, creo que sirven mucho las distintas experiencias culturales donde los jóvenes son los principales actores.

En este sentido, no es la primera vez que se habla de Ciudad Juárez como el punto desde el cual deba encontrarse un pacto nacional. En el Tercer Encuentro de Artistas Jóvenes Independientes, realizado en 2008 en el Distrito Federal, acudieron varios colectivos y artistas del norte del país, entre ellos de Chihuahua y Ciudad Juárez y se habló de continuar con este evento de alcance nacional en esta última ciudad fronteriza.

Buscamos apoyo de Conaculta para la realización del evento y aunque sí nos colocaron en la cartelera nacional, sólo por este hecho publicaron que el ENAJI era uno de los eventos culturales de mayor relevancia en 2008 apoyados por la instancia. Al siguiente año, el Programa de Jóvenes del Conaculta simplemente desapareció, malgastado por las autoridades en turno que nunca hicieron ni medianamente bien su trabajo.

Habría entonces que exigir en el ámbito cultural una transformación profunda de las instituciones y de la sociedad, donde los jóvenes construyan una agenda nacional que involucre temas como educación, seguridad, espacios públicos, género, políticas sociales, etc. (que ya se está haciendo) antes que la política de sangre y fuego, para que en el caso de Ciudad Juárez sean estas las acciones a implementar por el gobierno atendiendo puntualmente las demandas de la sociedad, en lugar de la violencia imperante que se ha desbordado a niveles hasta ahora inéditos en nuestra apenas incipiente y ya debilitada democracia.

A la par de la convocatoria de Sicilia para cerrar de pacto nacional por la seguridad que, insisto, no debe de dejar a un lado su correspondiente agenda política, se han sumado otras iniciativas de organización cívica, como el Encuentro Nacional de Estudiantes de Sociología, con la presencia de estudiantes de esta carrera para todo el país, con un puntual programa de mesas de ponencias y discusión sobre las problemáticas sociales que aqueja al país y en específico a esta frontera.

Hay que convocar a la sociedad juarense tanto a la marcha del 5 de junio como a la reflexión: madres de familia, estudiantes, jóvenes trabajadores (donde en muchas ocasiones son los tres a la vez) a que se manifiesten, estar con ellos en cuerpo y alma desde todos los puntos del país. Ciudad Juárez es México más que nunca.

Hay que responder como la nación de jóvenes que somos, de los pueblos ancestrales; como colectivos, familias, personas con una voz crítica ante lo que pasa en esta urbe, en donde lo peor son todos los niños huérfanos, porque lo que sucede no es una herida menor, es como si nos extirparan clandestinamente un órgano vital, como si nos secuestraran, en un vil eslogan, la voluntad de ver a nuestro México mejor.


Poetas solidarios 9 de Mayo 

Escucha el audio de la participaciòn de poetas solidarios.

La noche del 9 de Mayo, madres y familiares de mujeres desaparecidas asi como, activistas de  Ciudad Juárez, localidad en la que se dieron cita fuera de la fiscalia zona norte, para denunciar, una vez más, el disimulo y negligencia de las autoridades para resolver el caso de las cientos de mujeres desaparecidas.


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