martes, 3 de mayo de 2011

La norma como excepción

Entrevista en vivo con la poeta Norma Bazúa


Por Andrés Cisneros de la Cruz
 Transcripción de Graciela Roque

¿Desde que nace, cómo Norma Bazúa está cerca de la poesía?

Nací en Sinaloa en 1928, soy la única que se parece a mi padre, la segunda hija de mi familia. Mi madre me leía poesía para tranquilizarme y peinarme, esos son mis primeros acercamientos a la poesía. Luego tuvimos cine al aire libre, que no nos duró mucho porque vino un ciclón y arruinó las instalaciones, pero allí aprendí a hacer cine. Mis primas y yo después del ventarrón, fuimos artistas de cine. Entre otras cosas que hacíamos, yo componía versos para bailar, por supuesto, eran versos del tipo: “cuántos almohines te voy a comprar para que te bañes o te irás a bailar debajo de la parra de las frutas maduras”. Ese fue mi primer poema.

Después nos cambiamos a vivir a otra ciudad, los niños mayores estaban estudiando fuera, mi padre nos llevó a las niñas a una ciudad más grande en donde podíamos continuar nuestros estudios, yo fui  a una escuela federal cardenista a estudiar la secundaria. Siempre creí que me quedaría en ese pueblo a la orilla del mar, de donde viene toda mi memoria, mi gusto, mi compromiso con el mar, que expongo en mi libro A manera de pre-texto el mar, un libro que me gusta mucho.

¿Para Norma Bazúa, la poesía ha sido siempre lo mismo, cómo ha ido cambiando esa perspectiva de la poesía? ¿Como una manera de ser mar, en ese caso, el mar de la poesía sería siempre el mismo o ha cambiado?

Creo que como poeta que se respeta caminé por muchas vías, iba a ser bióloga, estuve en una carrera de investigación científica, andaba buscando la muerte, como dicen. Pero no, andaba buscando la vida, descubrí que escribía cosas que le gustaban a la gente, fue entonces cuando decidí entrar a la Facultad de Filosofía y Letras, en la carrera de Letras.

La perspectiva de la poesía no cambia mucho porque ya me sentía poeta desde entonces, encontré un diálogo con gente muy valiosa, que me quería mucho. Creo que se tiene que estudiar estética, aprender a separar lo bello de lo feo, la poesía tiene una exigencia de lo bello. Tomé clases de estética, creí en ello.

Alguna vez nos platicaste que Carlos Pellicer te dijo que eras poeta ¿En qué momento te dijeron eso?

Un día alguien me vio seleccionando poemas buenos y malos y se armó una fiesta para que la crema de la intelectualidad mexicana conociera mis modestísimos poemas. Carlos Pellicer los seleccionó y me dijo: “querida señora, no le tenga miedo a la cursilería, usted ni siquiera es poetiza: usted es poeta. Yo le prologo su libro, adelante”, y nos hicimos amigos. Después le dije a Carlos Pellicer que el libro De ser, amor y muerte no tiene unidad, pero él me contestó: “este libro es un ejemplo de todas sus posibilidades poéticas”. A un poeta que empieza siempre le cuesta.

Norma Bazúa es un personaje en el sentido que es muy sui generis, en su época, en sus tiempos, desde el momento en que va a la escuela. ¿Es una guerra contra la sociedad en aquellos tiempos? Norma ha enfrentado el estereotipo de mujer polémica, a partir de un libro de poesía erótica y de ese rol como mujer independiente.

Me comprometía con lo que hacía. Fui a la Universidad, con los niños (sus hijos). Tenía un carácter insoportable para mi marido, por supuesto, el mayorcito ya no me necesitaba, estaba en secundaria, pero los niños pequeños se metían a las fuentes, se mojaban, yo tenía que bañarlos con agua caliente, protegerlos contra un resfriado. Todos mis compañeros lo recuerdan, alguien dice que yo entraba a las clases con el delantal con el que le había dado de comer a mis hijos. Además era lidercilla, llegaba a la escuela a hablar de política.

Mi esposo era una persona muy valiosa, un gran arquitecto que desistió de quererme detener. Hice muchas cosas que no hacían las mujeres de mi tiempo, yo creo que viví intensamente y convencida de que tenía derecho a vivir, yo era muy criticada por mi misma familia, no tuve ayuda para la poesía, al contrario, era criticada por una familia tradicional, decían “¿cómo se va a la Universidad?”, pero viví muy convencida de que tenía que seguir.

En el caso de ese libro, yo estaba recién divorciada de mi esposo, por mi cuenta buscaba editarlo, quería un libro muy bueno y fui a Bellas Artes porque tenía amigos. Lo leyeron, hicieron un escándalo, publicaron en su primera plana: Existe en México una gran poeta erótica. Entonces era presidente José López Portillo y mi marido era su asesor. No me condenaron, pero fui procesada y jamás me volvieron a aceptar nada. Yo era una gente que tenía mentalmente una gran libertad, mas no tuve quién me publicara.

Me acuerdo que mi hija tenía miedo de que se cayera México con el temblor. Había ido a Sonora y recordé que me habían invitado a una lectura. En una bolsa de mandado eché todos mis papeles y poemas y del aeropuerto llegué a dar ese recital. Leí y una persona que acababa de llegar de Inglaterra o España me preguntó: “¿quién eres tú?, ¿de dónde vienes que no estás en los periódicos?, ¿por qué tú no estás publicando?”. Respondí: si te gusta la sopa de cebolla, te invitó a comer. Aceptó y cuando leyó lo que tenía en la bolsa se volvió loco y para mí fue halagador porque ya no publicaba, vendía suéteres para comer. Es un amigo que me respaldó en la literatura, escogió el libro Boceto para un palabrario y me dijo: los españoles se van a volver locos porque no tienen libros sobre el mar, pero nunca lo mandé; en cambio él me seleccionó una serie de libros y yo lo respeté.

En un momento dado, Luis Mario Schneider, que era doctorado en Letras, me empezó a publicar en la Universidad, en papel de estraza, dijo que la vida tiene vicisitudes, “uno nunca sabe quién lo va a querer”, la poesía tiene sus quereres.

¿Qué personajes, qué poetas han marcado su esencia, algunos poetas le han aportado algo?

Fui una poeta muy independiente, no me gustaba que cualquier gente se metiera con mi poesía, pero Luis Rius me hizo leer a Miguel Hernández y Federico García Lorca, cuando en la Universidad se enseñaban sólo los clásicos, había personas muy valiosas como mi maestro Agustín Yáñez, me consentía Antonio Alatorre, yo discutía mucho con los maestros, siempre tenía interrogantes y proposiciones. Creo que mi carácter era muy polémico, sondeé a los contemporáneos. En fin, había una riqueza muy grande.

¿Cómo ves el contexto de la poesía actual?

¿Cuál sería, la que se publica o la que están publicando ustedes (Versodestierro)? Creo que hay como capillitas. Por un librito, una mujer que ha ido a Francia es consagrada. Ahora, también hay poetas valiosos. Fui amiga de la Espiga Amotinada pero me enojé con Jaime Labastida, que decía: “si no leen mis libros, yo tampoco voy a leer los suyos. Es que soy muy contestataria. A Rubén Bonifaz Nuño le gustaba mi trabajo, me ayudó mucho, mientras yo imitaba a Charles Chaplin frente a los compañeros de la clase de latín. Pero había maestros que decían que sólo los homosexuales escribían poesía y yo me peleaba, pasé a ser una especie de emblema sobre cómo debíamos ser las mujeres.

¿Cuál es la relación que tiene la política con la poesía? ¿Cómo se da la relación con la izquierda? ¿Has escrito poesía política?

De joven también hacía vida política, tuve unos hijos muy inteligentes, mi hijo mayor me dijo: “mamá, tú hablas mucho de la paz, ¿qué es la paz?”. Como te digo, era políticamente muy abierta pero era una poeta clandestina. Sin embargo no adopté la política como la esencia de la poesía.

En una época leí a Federico Schiller porque plantea una exigencia entre lo bello y lo no bello, la poesía cayó luego en gritos y sombrerazos, tomé una línea personal que me creó diferencias con la predominancia, aunque, en un momento dado, Lorca me gustaba muchísimo. Abigael Bohórquez recibió con mucho cariño mi primer libro, me conocía, habló de mi personalidad como mujer fuerte. El libro Como dibujando las distancias fue señalado en España; también lo mandé a concurso por parte de una amiga, una argentina que tenía alojada en mi departamento, habíamos ido a un lugar donde nos dieron una convocatoria, ella me dijo: “haz un libro, tienes mucho”, me desvelé armando este libro de poesía satírica. Fue premiado por Margarita Michelena, que le gustó muchísimo y le dio el primer lugar en el concurso, después de cuatro años me contó que ya no le gustaba más que este libro; no me hundía en la vanidad por los elogios, esperaba más de mi esfuerzo poético, este libro tiene algunos poemas que les gustan siempre a los poetas jóvenes.

De Como dibujando las distancias Norma Bazúa leyó:

Zarpazo de luciérnaga dijiste
dejando caer la sátira sobre la fatigada frente
él miraba leones porque cree
que todos son de su condición
se afiló las uñas con punta de diamante
se desgarró las alas
se quedó sin Dios, sin paraíso.

El milagrerío de plata es muy apreciado
gracias a él recordaré siempre
los consuelos desiguales
de Nuestra Señora de los Remedios caseros
que con su ambulo constante
conformaría la de los dejados por el sida
queriendo curarnos del instante
con remedios peores que la enfermedad
contra el sinfín de milagritos
que me colgaste siempre.

Oscuro llenar los relieves
me resulte claro por exceso de luz
o reverendamente oscuro
tras tu cortina bien hecha
latiendo para que no respires.
Todavía me produce pesadillas
el recuerdo de los días aquéllos
con tu gárgola goteando el chigaquedito
y el cuchillito de palo
con el que pretendiste hacerme picadillo
que no son como para olvidarte, amor mío.

Actualmente, los poemas de amor giran en torno al narcotráfico, las canciones de amor, creo que hasta el yoga gira en torno al narcotráfico. ¿En los años sesenta, en qué año escribes un libro de cuentos sobre el narcotráfico? ¿Cómo ha cambiado o qué tanto no ha cambiado aquella violencia que se vivía en esas épocas a la de ahora?

Ha cambiado muchísimo, hemos llegado a una violencia terrible, el país entero está sumergido en la violencia. Yo escribí varios libros de cuentos, uno de ellos sobre el narcotráfico, mi hija dice que mis cuentos no son demasiado violentos, pero de todas maneras me acobardé y no lo publiqué cuando empezó lo de las matanzas de gente que se cantaba en las canciones. Es un libro que se llama El cuentero Mateo, que es un presidiario que cuenta cuentos de narcotráfico, pero como él toca la guitarra y canta en la cárcel, compone corridos y décimas y tiene a sus amigos que le cuentan cosas sobre el narcotráfico. Todavía quiero ver si lo mando a España, tengo esperanzas porque he leído cosas de Cataluña, creo que no sería demasiado escándalo pero, vamos a ver, yo nunca me he precipitado a publicar, veo según las condiciones.

A mí me gusta mucho ahora este libro de Varo entre Remedios Caseros, lo escribí igual en esa época, hace cuarenta años, vi la pintura de Remedios Varo, me cautivó, me encantó su oficio plástico, cómo ella lo dominaba, entonces puse un epígrafe de Leopoldo Lugones: Y decidí ponerme de parte de los astros  y un epígrafe de Octavio Paz: El espacio no es una extensión sino el imán de las apariciones. Navegaciones en el interior de una piedra preciosa. Octavio Paz, en esa época, era condenadísimo por la política mexicana, pero como yo cada vez que leía algo de Octavio Paz encontraba que abría un libro de grandes ensayos, estaban tan perfectamente escritos que para mí era un ejemplo; mas siempre dije que Octavio Paz no es un gran poeta, yo lo condenaba como el ensayista que sabiendo hablar la lengua, traía a México los refritos de los ensayos europeos.

De Varo entre Remedios Caseros leyó:

Caballero encantado:

Te reconozco
a pesar de la piel de cocodrilo
a que te condenó el sortilegio.
Tienes piel de nutria sobre las espaldas
la misma que curtimos juntos
ahora destrozada
copa a mano como siempre
esperando que alguien se aproxime a liquidarte soledades.

Si bien todavía cumples ceremonias con las visitas insólitas.
Y la solemnidad de tus bigotes se hace evidente sobre el yelmo

sólo yo te identifico
porque conozco a fondo tu gentileza sin armadura.

Para mí eres el mismo viejo caimán de ciénaga.
Aunque tienes osadía al substituirte  los pies
por esa rueda que te da ligereza de jovenzuelo.

Me asusta la angustia por tus ojos cansados
angustia saliendo por la rendija de esos párpados de acero
con que pretendes encarcelarte el sueño.

La condena es definitiva
porque no encuentro la boca para desencantarte.
A menos que halle la manera de romperte la máscara.

¿De los años que has estado en el mundo de la poesía, cuáles son los vicios o los errores que cometen frecuentemente los poetas que no les permiten crecer, tú que has tenido talleres?

Creo que es una especie de narcisismo, el poeta se cree la gran cosa, no tiene la humildad para ver sus errores, hacen unos versitos y se piensan los grandes poetas, yo pasé también por eso, pero no me envanecí, tenía una gran humildad frente a los poetas, entonces yo era bastante cobarde ante mis propios poemas, más bien creo que me sirvió mucho para meterme a estudiar estética, porque cuando una estudia estética puede distinguir lo bueno de lo que hay que tirar a la basura. Encuentro que los jóvenes se engolosinan con su poesía y ya se sienten grandes poetas y eso es lo que hay que enseñar a evitar.

¿Has encontrado una estética en la poesía mexicana o hay una variedad de estéticas, a fin de cuentas vivimos en un contexto donde todavía se ha querido plantear la poesía mexicana como parte de una tradición española, qué estética verías en la poesía mexicana y, en este sentido, que tan cerca estás tú de esta estética?

Creo que no hay poesía nacional, hay una poesía que es poesía, hay un lenguaje, una expresión que es poesía y otra que no es poesía, no creo que sea un problema de nacionalismo a pesar de que nosotros tenemos una Sor Juan Inés de la Cruz que es realmente notable y hay una serie de religiosos que escribieron cosas importantes en México, también los había en España. Los jóvenes que saben italiano se van por novedad a los poetas italianos, otros se van a los poetas alemanes, una lengua tan difícil de traducir a la lengua española.

No existe una poesía nacionalista, lo que está pasando en el mundo, está pasando aquí, está pasando en cualquier casa del mundo, el poeta tiene que vivir la vida, los hechos sociales y políticos diarios, tener siempre una posición crítica frente a lo que está pasando, en última instancia es la posición política, tampoco es ser muy light, estar muy perfumando.

Creo que la situación del mundo es terrible, no soy ajena a esto, por allí en mis poemas, de pronto, surgen expresiones que señalan eso que me preocupa, todavía me duele o me molesta el exterminio del hombre por el hombre, me molesta mucho más que el exterminio de un gorila o una culebra, yo no soy ecologista, soy humanista, creo que uno de los problemas es que se están muriendo los niños de hambre porque no hay con qué atenderlos, no estamos viviendo el mundo ideal, estamos viviendo un gran desastre de la vida humana.

¿Alguna vez, te preguntamos qué era la poesía y de repente dijiste la palabra “conjetura”, mucha gente le tiene miedo y ve la poesía como sentimentaloide que no tiene que pasar por un juicio crítico, un juicio racional. Pero qué es esto de la conjetura?

El pensamiento siempre es una conjetura, el hombre para expresar algo necesita conjeturar la realidad. En ese sentido, la metáfora es una forma conjetural del pensamiento porque la metáfora crea un “falso engaño” del lenguaje, habla, y a la gente eso le asusta. La metáfora, a veces, está anunciada de manera oscura. La conjetura es una forma de pensamiento humano normal, la ciencia hace conjeturas para resolver los problemas científicos que existen, todo el hombre hace conjeturas sin darse cuenta. Si no fuera así, el pensamiento sería automático. El pensamiento entonces depende de cada individuo que se enfrenta a una realidad, que conjetura sobre esa realidad.

Creo que la poesía es metáfora porque nosotros no sabemos qué quiere decir el poeta hasta que nos introducimos, igual que el científico, abordamos el conocimiento, sin ser científicos, y conjeturamos. La poesía es una enseñanza para aprender cómo conjeturar, para saber qué dice la metáfora hay que entrar a todo el contexto poético. Cuando el poeta no es eficaz, la metáfora no sirve. Son los retos de la juventud, no es solamente floritura. Sí son espejos, pero, ¿qué clase de espejos son? No es complejidad, es una manera de lenguaje indirecto que nos obliga a conjeturar, a preguntarnos “qué quiso decir”. Al poema lo tenemos que trabajar en nuestra mente.

¿Qué consejo le das al poeta para que aguante, porque no sólo tienen que soportar su ego sino también el ninguneismo donde si no sacas un libro por equis editorial o por el gobierno no eres nadie, qué hacer?

A todos les diría que se pongan a tejer suéteres (risas entre los asistentes a su homenaje). El poeta debe tener auto-apreciación, esa capacidad de autocrítica es lo único que nos puede salvar.

¿Cómo podemos deslindar cierta belleza y lo no bello que los poetas tengan la valentía de buscar?

Hay una especie de comparativa que puede hacer mucho bien: éste no, éste sí. Todos los poetas nacemos con una especie de intencionalidad poética. Sí, a mí me aplauden porque digo unos versitos, pero a mí nadie me aplaudió cuando niña. En el libro que tengo del mar, A manera de pre-texto el mar, trato de cómo nos ponían a hacer versos con los rezos, entonces Padre nuestro que estás en los cielos/ tú cuidas las vacas y yo los becerros es un ejemplo muy gracioso, eso era hacer versos, pero no era la gran poesía. Mi mamá me regañaba, no conseguía mucho porque siempre esa fue mi personalidad.

¿Qué nos puede legar sobre su longevidad, de dónde sacar fuerza para no consumirnos, para no agotarnos?

Esa es una pregunta muy difícil de contestar, cada quien vive la vida que le toca vivir, alguien dice que el matrimonio y la mortaja del cielo baja, lo que tienen que hacer es no perder el tiempo, enriquecerse con la poesía igual que se come para sobrevivir, el poeta debe alimentarse leyendo a los demás, a veces son costumbres, cotidianidades. Yo escribo toda la noche y duermo, lo esencial es cómo te planteas tu vida como poeta y yo creo que no hay recetas, cada quien tiene que encontrar su camino y es muy importante, si no uno anda a bandazos.

Les dije que en una etapa de mi vida tuve que vender suéteres, después de haber sido una mujer millonaria, cuando estuve casada con el arquitecto Carrasco. Fui con tres niños a la Universidad porque no siempre tenía sirvienta. Se tiene que tener un propósito en la vida, aprovechar la vida para lo que quieras hacer. Cada poeta tiene que desarrollar su capacidad de autocrítica, sólo así sabrán lo que son logros. Lo que no es mejor lo pones a un ladito, pero es cuestión de cada poeta, no es una solución que te vaya a llegar por casualidad, el milagro lo vas a hacer tú. Es algo que tú tienes que aprender a hacer trabajando con un sentido autocrítico, para eso sirve la estética, tú tienes que encontrar cuál es tu forma de belleza, es una cosa de trabajo auténtico, de confianza en lo que quieres hacer, es una cosa en la que te tienes que fletar tú.  Para terminar les leeré otro poema satírico.


Distancias bemoles

Mi padre me dijo
lo que tienes realmente hermoso
son el cabello y los dientes
pobrecita hija mía
bastante desprotegida naciste
dejadita de la mano de Dios
cuando me vi regalada al amor
porque no creí que dones tan escasitos
valdrían gran cosa
me acariciabas el pelo
como perro faldero recién bañado
Y los dientes
no me los viste nunca
porque a caballo regalado…

ahora comprendo tu obsesión preciosista
por las yeguas de pura raza 
y las perras de caza mayor. 

De Como dibujando las distancias, 1985.

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