lunes, 15 de marzo de 2010

Tus campiñas con sangre se riegan a diario: ¡Fuera ejército y federales de Ciudad Juárez!

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En la lógica del régimen político mexicano actual, cada asesinato que ocurre a una persona toca a la sociedad en su conjunto, daña su tejido de tal modo que esto resulte lo Irreparable. Los medios de comunicación oficial hacen su parte, de manera que como masa de receptores, a través de la televisión y la distorsión de información, la sociedad se acostumbre a la violencia.

En México se siente la muerte como por kilometraje, dependiendo de la distancia. Si el crimen ocurrió lejos del lugar donde uno vive, no importa, Juárez entonces se encuentra tan lejos de dios y tan cerquita de El Paso; si ocurre en el barrio donde vives, aguas, puede llegar el momento en que se considere como otro asesinato más, una cifra que maquille el gobierno de Calderón, como el supuesto de que el agravio a la sociedad civil constituya la excepción y no la norma dentro de su estrategia de militarización; sin embargo, no es hasta que nos resulta cercano donde advertimos el alcance del dolor y a los que afecta, sólo que con cada asesinato en México, por más ajeno que esto resulte, nos toca de alguna forma a todos, de tal modo que cada día como sociedad estamos perdiendo algo, nos dejamos de reconocer como pueblo.

El agravio a la sociedad se ve expresado en sus sectores más vulnerables. “No hay nada que festejar en el día de la mujer”, dijeron las madres de las mujeres que han sido asesinadas por 20 años en Ciudad Juárez, quienes la semana pasada vinieron a la Ciudad de México, junto con la madres de los estudiantes masacrados en la misma urbe durante una fiesta, reuniéndose en el auditorio de la Facultad de Economía de la UNAM, junto con las madres de los niños que murieron calcinados en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora y hasta ahora no hay nadie preso directamente implicado; junto con las madres de los 60 trabajadores mineros sepultados en Pasta de Conchos, quienes en fechas recientes han establecido una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ahí donde le duele a la derecha pues se preocupa más en mantener su imagen que ayudar a las víctimas.

Para varios asistentes al Foro del viernes, la participación por parte de los estudiantes de la UNAM fue escasa, en comparación con la comitiva de estudiantes juarences que asistieron al Ho Chi Min como parte de diversas organizaciones en torno al Comité Universitario de Izquierda. Allí también un joven dijo que “no venimos a pedir tanto ayuda como advertirles que si no se ponen las pilas, las situación que vivimos en Juárez va a generalizarse a todo el país”. Se creó una participación de diversas voces de los sectores más sensibles de la sociedad, convocando a actuar frente a lo que está pasando; justo cuando hace un año Calderón enviaba 5 mil soldados más a Ciudad Juárez, mañana tiene que arribar a la urbe fronteriza para asistir al resultado de su fallida “Guerra contra el narcotráfico”: el descrédito total a su gobierno que carga con el peso de miles de personas asesinadas.

El día sábado 13, los estudiantes juarenses se dirigieron a las calles de la Ciudad de México, pararon la circulación de Reforma y exigieron justicia frente al crimen de estado que ocurre en Ciudad Juárez. Varios estudiantes se tiraron al suelo para recordar a los 16 jóvenes asesinados en Salvarcar el 31 de enero. Nadie salió a resolverles su demanda, sólo tomaron fotos, preguntaban de dónde provenían, pero gobernación ni sus luces para dar la cara a los jóvenes inconformes por la política fascista de Felipe Calderón. Luego de la manifestación, regresaron a las instalaciones de una organización civil que les había brindado alojamiento en el sur de la ciudad, donde quedé de entrevistarme con algunos miembros del Comité, de la Colectiva Fronteriza y de la UACJ; en el lugar también me encontré con Kaori, socióloga que realiza la publicación llamada Griterío, así como mantiene una página de Internet con el mismo nombre, desde la cual se estuvo enviando información sobre lo que acontecía en el Foro madres de la UNAM.

Ella y otras mujeres como Selene también tienen experiencia en la recuperación de espacios para los habitantes de Ciudad Juárez. A la Kasa de Kultura que han impulsado desde hace cinco años, han llegado personas como Susana, Oveja Negra, de Colektiva Fronteriza, quienes se iniciaron desde diversas disciplinas artísticas y talleres; advierten también que el discurso que entonces mantenían, cada vez más adquiere relevancia cuando han sido mermadas las libertades de la población. En ese mismo espacio (Kasa de Kultura) se encuentra una imprenta donde se pueden llevar a cabo proyectos editoriales, por lo que esa noche pensamos que ahora que se había publicado el número 5 de la revista Sapiencia y que habíamos colaborado estrechamente con los articulistas juarences (Kaori se llevó un paquete de ejemplares para ellos), estaría bien que se realizaran sucesivos tirajes de Sapiencia desde Ciudad Juárez para lograr una difusión más amplia y constante de la revista en el norte del país, aparte de coadyuvar para otros impresos como tríptico o carteles. Kaori me platicó que desde hace un año es madre de una niña, así que podía entender la fuerza para sobreponerse y el enorme deseo de justicia de las madres a quienes acompañaban para exigir al gobierno mexicano justicia para sus hijas e hijos asesinados, condenando la criminalización de jóvenes inocentes.

En torno al hip-hop de Colectiva Fronteriza y de los bailes circenses, se reunieron jóvenes de diversos puntos del país; eran las últimas horas de los estudiantes juarences en el D.F y aunque estaban cansados por la marcha, bailaron, platicaron y compartieron experiencias fraternalmente durante toda la noche. Cuando salimos de pronto a la calle, por un par de chelas y un paquete de cigarros, varios compas advirtieron que se siente el contraste del peligro que persiste en Juárez con la relativa tranquilidad de las calles de otras ciudades del país.


Siempre me ha tocado despedir a lo amigos juarenses y en la madrugada partieron en autobús a la larga jornada que les esperaba antes de llegar de nuevo a Juaritos. Me encontraba contento de verlos de nuevo y con la expectativa de lograr una mayor vinculación en torno al documental sobre colectivos culturales independientes. Traté de conciliar el sueño en un sillón, antes de que el metro abriera las puertas en día domingo. Un mensaje en el celular me abrió los ojos. Un comando armado en Juárez había asesinado a las dos de la mañana al esposo de Kaori: Haziel, un joven de 26 años, trabajaba impartiendo talleres en una primaria y como activista dentro de Kasa de Kultura, apoyando el movimiento; por eso es que aún vive en nosotros y seguirá presente en cada expresión de rebeldía que se tenga, por todas las víctimas inocentes de las políticas militaristas de Calderón, no podemos seguir haciéndonos preguntas inocentes.

¿Cuántas muertes más habrá que esperar para que acabe esta barbarie? Ni una más. Es irónico, un profesor en España me dijo: "hoy estamos peleando por lo obvio, por una justicia de migajas que avergonzaría a nuestros abuelos", pienso en los que pelearon las reivindicaciones sociales de la Revolución Mexicana. Todas las madrugadas, en las estaciones de radio, suena cada vez más amargo el himno nacional, voces infantiles que se desvanecen entre las ruinas morales de este país, luego comienzan las noticias y con ellas el saldo de los muertos. A 200 años de supuesta independencia nacional, estoy de acuerdo, tenemos aún mucho por luchar, pues no hay nada que festejar.
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