viernes, 26 de marzo de 2010

Adversarias poetas



Lucharán de dos a tres caídas, con límite de versos, pero no de poesía

Iluminado por la tarde, al pie de un pequeño lago, con un Popocatépetl nevado al fondo, el Faro de Tláhuac, al término de la semana pasada, como motivo de la no violencia contra la mujer, fue testigo del duelo entre las cuatro poetas, quienes por un momento salieron de las cuerdas de la realidad, dejaron la razón a un lado de su cabeza y de su voz, para fajarse la madre con poesía, en el centro del ring como diría Maffio Santiago. El escenario montado por la comunidad del Faro Tláhuac, invitaba tanto a la música como a la poesía, en un ambiente donde los niños corrían de un lado a otro, subiendo por las estructuras para patinetas, entre una banda imitadora de Los Doors y el cuadritálero desde el cual Pedro Emiliano, que luego soltó que el grupo imitador era el mejor de toda Latinoamérica, llamaba a las contendientes que el cartel anunció: Gabriela Puente versus Yendi Ramos ; Ileana Garma versus Hayddé Ramos y Esthepani Granda versus Hortensia Carrasco.

Los enfrentamientos poéticos comenzaron, sin más miramientos que una entrevista previa a cada una, donde coincidieron en no conocer literariamente a su rival, aunque en ocasiones el gusto por la poesía las había llevado a juntarse en algún otro evento. Dispuestas a jugar honestamente ante la vida, aunque sean rudas o técnicas, las escritoras señalaron que la rivalidad, más allá de las letras, no existe entre ellas, en todo caso como mujeres se saben capaces de entregar sus palabras a la creación, por lo que estar en ese momento una frente a la otra, era motivo de respeto y orgullo. Los respiros del público se hacían cada vez más agitados y la llamada al combate no se hizo esperar. Ante los primeros versos fue imposible no tomar partido por alguna poeta. Ileana Garma contendía como ganadora indiscutible de la edición pasada de Adversario en el Cuadrilátero, organizado por tercer año consecutivo por Versodestierro. Esto la hacía una rival a vencer, por lo que no pensaba comprometer su campeonato. Por su parte, Hayddé Ramos, del colectivo Las poetas del megáfono, preparó un combo de metáforas existenciales a través de un paisaje urbano, pero éstos no alcanzaron a mellar a su contrincante, pues el jurado le adjudicó a Garma la primera y segunda caída, quien también comentó que en su natal Mérida, algunos críticos argumentan que por su extrema juventud aún no podrían determinar si ella será una pluma importante de las letras yucatecas.

Los comentarios de Javier Gaytán no debajan indiferente al público, eran provocadores ya que les exigía a las poetas un poco más de aliento y sangre. Vino entonces la retadora local a ponerle un hasta aquí a Esthepani Granda, quien había tenido una estadística admirable de batallas ganadas, pero sobre todo a los hombres. No contaba con que una peleadora de Tláhuac como Hortensia Carrasco, quien ya había participado en ediciones anteriores del Adversario, pudiera hacerla arder, de tal forma que los jueces, después de dos caídas donde todo iba parejo, sentenciaron a Lamadrid con un linchamiento poético y definitivo, con la salvedad de que dos miembros del jurado también eran del Faro Tláhuac, así que a Hortensia auténticamente le tocó estar en casa, quien había venido con su esposo e hijos que no dejaban de saltar y brincar junto a la pequeña Manon. Carrasco se declaró que se sentía contenta de sacar la casta tlahuaquense, con el desempeño de su lectura y el resultado obtenido.

Llegó entonces la pelea del cierre del evento, donde Gabriela Puente participaba por segunda vez, después de su primera batalla en Puebla, de la que es originaria, adonde le tocó perder precisamente con Javier Gaytán, quien al ver cómo la autora de "El deztrazadero" le hizo probar de tak forma la lona a Yendi Ramos de Oaxaca, quien se defendió como pudo, se preguntó asombrado “¿cómo pude ganarle a esta chingona?”. Una dura peleadora, cuyo poema de “La loca del parque” con que obtuvo una contundente victoria, al final quedó en las manos de un entusiasmado Alfonso Guillén que lo apreció como nadie. Así terminó la contienda y Gabriela, antes de salir rumbo a Puebla, me contó que su editor también es Carlos Nóhpal, con el que publiqué "Obituario" en Anónimo Drama y la anécdota de cómo Carlos reconoció a Max Rojas en una cantina del centro, cuando ya nadie sabía de su paradero, porque el poeta de “Caidal mi pinche extrañación”, después de no escribir poesía durante más de treinta años, ahora con "Cuerpos I" se ha ganado el premio Carlos Pellicer para obra publicada, aunque a Gabriela no le guste tanto como “El turno del aullante”.

Pedro Emiliano nos invita a su casa de la Anáhuac el martes. Antes de tomar el metro nos comemos unos tacos, Javier Gaytán me platica cómo le fue en su presentación de su poemario “Jauría”, cuyo ejemplar llevo en mis manos. Me pregunta cómo lo conseguí y le advierte a Andrés que no se le ocurra regalar sus libros. “No quiero que me pongas de promoción junto a Manuel Becerra”. Seguimos cotorreando hasta que cada uno llega a su respectiva estación, la noche es vasta en su ebriedad de ausencia, seré polvo más polvo enamorado... de Silvia. Abro “Jauría” y entonces leo: “la incestuosa fecundación del polvo”.
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