


La novela "Arraigo domiciliario", de Óscar Escoffié Padilla, versa sobre un escritor, un poeta "perseguido que consigue llevar una vida distinta, alejada de las convenciones, en la aventura por alcanzar cierto éxtasis de sobrevivencia, le tuerce valientemente el cuello al aburrimiento", según el comentario de Ricardo Cartas. Una obra literaria que a juicio de Eusebio Ruvalcaba, se encuentra “bien narrada, trágica y humorística de principio a fin, depositaria incomplaciente del destino de los poetas, la novela no le permite tomar un descanso al lector. A todas luces un testimonio desgarrado y desgarrador; hay que destacar la antisolemnidad con que esta historia está contada y escrita. Su lectura deja, en quien la lee, el acre pero insustituible sabor de boca de haberse asomado al alma de un hombre. Cosa que se agradece y celebra”. A su vez, sobre el poemario de Manuel Becerra, María Cruz se pregunta: "¿A dónde nos llevan los alumbrados? No al sosiego, no a la fijeza de las cosas acabadas, sino al riesgo de nombrar la incesante experiencia de estar vivo. La poesía de Manuel Becerra no se acoraza ante el mundo, lo explora abiertamente, lo desafía, con la predisposición de dejarse llagar una y otra vez por la noche, por el amor, por la muerte. Cada verso está sustentado por la vivencia de lo infernal o por el anhelo de lo místico. El poeta vislumbra lo divino en los cabarets nocturnos, en las criaturas iluminadas por la luz de neón; encuentra el enigma en las mujeres, inocentes o terribles; en lo efímero de las flores, en la fugacidad de la nieve. Que el lector no retroceda, le esperan el mar, las heridas, el asombro; la inquietante música de la poesía que saca de las tinieblas una rosa de fuego para alumbrarnos". Con todo esto, el significado de editar y publicar este tipo de trabajos toma relevancia en el contexto de una cultura oficialista donde los premios literarios son lo primero que se corrompe.
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