martes, 26 de julio de 2011

Alojamiento del instante

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Resonancia de lluvia
promesa de relámpago
las plantas frías
cambian de estación
como de pétalos.

Veo el ventanal
el herraje me parece
una cárcel.

Otro trueno avisa mi desconcierto
apalabrados con la lluvia
mis zapatos están secos
puedo salir hacia los charcos.

Pero me quedo aquí  
petrificado por un rayo
fuego de mar que nos absorbe
ahí donde cayó un instante
el único lugar donde habitamos.


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lunes, 25 de julio de 2011

Periferias sin certezas

Dos centros culturales en Ciudad Juárez y el Distrito Federal


No me cansaré de señalar que sin espacios para la cultura no existirán alternativas para el país. Y sería necedad de mi parte tal señalamiento, si no fuera porque la obstinación de los que niegan este hecho es mayor y mucho más perjudicial que mi opinión personal en esta columna.

Los que promueven una estrategia de seguridad nacional basada en la militarización del país, lo mejor que han podido vislumbrar durante este lamentable sexenio, es que los jóvenes ingresen a las corporaciones policiacas, para no tenerlos sin escuela y sin trabajo dignos. La sociedad civil, en este contexto, está amarrada de pies y manos, vendada de los ojos, sin una vida democrática ni garantías a futuro.

Estoy convencido que una forma de contrarrestar esta lógica es confrontarse con una serie de símbolos y estrategias culturales, es decir, tanto en el terreno ideológico como en el práctico, que resulten en un medio efectivo para que la sociedad se organice de otra manera, pues no se trata únicamente de individuos sino de un problema estructural que se tiene que enunciar desde otros espacios.

No queda más que reconocer las acciones que han emprendido distintos colectivos para que desde la (auto)gestión cultural, la creación interdisciplinaria y perspectivas comunitarias, los espacios culturales sean consolidados, en muchas ocasiones desde contextos muy adversos, como en los dos casos de actualidad que abordaré a continuación, periferias sin certezas, que tienen que ver con el reconocimiento del trabajo realizado y acuerdos que garanticen la vigencia cultural de estos espacios.

En el primer caso, se trata de un Teatro ubicado en el interior de la Preparatoria “Adolfo López Mateos” donde el Colectivo Cultural Vagón ha realizado, desde 2007, distintas actividades culturales en beneficio de la comunidad  fronteriza de Ciudad Juárez. Puesto que dicha institución está pasando a formar parte del Colegio de Bachilleres, Vagón ha solicitado a las autoridades entrantes la continuidad del proyecto, garantizando que el Teatro siga funcionando como tal.

Con una antigüedad de más de 40 años, esta preparatoria alguna vez estuvo del lado de Estados Unidos, construida al estilo de las secundarias norteamericanas. Pero el cauce del río Bravo habría de reconfigurar los límites fronterizos y al presidente López Mateos le tocó pactar la nueva demarcación. El teatro, deteriorado por el evidente desuso en que lo tenían, actualmente se encuentra intervenido por Vagón, emprendiendo con esto diversos proyectos culturales.

El teatro, con capacidad para 350 personas, fue apoyado en 2008 con recursos del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC) que opera el CONACULTA a través del Instituto Chihuahuense de la Cultura para rehabilitarlo, gestionando Vagón los recursos para echarlo a andar como un espacio abierto no sólo a los estudiantes, sino a toda la comunidad. Desde entonces se ha creado el grupo de teatro de la escuela y se apoyan entre sí grupos de otras localidades para montar sus obras en este espacio.

Vagón, cuyo logo aparece con la frase “un rumbo distinto”, comenzó organizando lecturas de poesía en distintas comunidades de la frontera norte como Ascensión, San Agustín y Valle de Juárez. Actualmente cuenta con un proyecto editorial en proceso, que consiste en un portal electrónico de e-books. Sin embargo, de la literatura pasaron también a la producción de cortometrajes, el primero de éstos se tituló “La silla”. Encontraron en el Teatro no sólo un punto de cohesión para el trabajo con otros grupos, con montajes escénicos coproducidos, sino que han llevado a cabo un taller de teatro itinerante, en un centro comunitario de la colonia Francisco Villarreal, junto con un taller de producción audiovisual. Esto acredita el valor del quehacer cultural alcanzado por jóvenes juarenses que además de creatividad tienen un amplio sentido de las implicaciones sociales que su quehacer conlleva, donde es necesaria una visión más allá del centralismo oficial.

Cuando los entrevistamos a principios de 2010, dentro del Teatro, sentados en las butacas, los miembros de Vagón nos platicaron de sus objetivos y sueños; de sus vocaciones y complicidades; de su amistad en medio del caos. Mientras eso sucedía, las autoridades de la escuela recibieron una llamada: una amenaza de bomba. Interrumpieron las clases y nuestra entrevista. Todos tuvimos que salir, desconcertados, con las cámaras en mano. Afuera, un cerco militar se había instalado sobre la escuela, la Policía Federal aprovechó para introducirse en la Universidad, que esta a un costado de la Prepa, en lo que se llama El Chamizal.


El desalojo de alumnos, algunos asustados, otros alegres por la suspensión de actividades, además de la presencia de los uniformados, me hicieron estragos en la memoria. La Guerra de Calderón me parece un pretexto perfecto para transgredir la autonomía de este tipo de espacios, no sólo el del campus universitario, agraviado tantas veces con amenazas y disparos a los estudiantes, sino que es incluso un agravio al mismo Teatro, “peinado” en esa ocasión por los soldados, pero ¿de dónde viene la amenaza?

En su declaratoria, los miembros del Colectivo Vagón consideran importante que el Teatro de la Preparatoria Adolfo López Mateos “siga siendo una puerta abierta para las distintas agrupaciones artísticas”, cuyo trabajo debiera ser reconocido. Tanto es así, que solicitan que se incorpore como patrimonio cultural de Ciudad Juárez, petición que debiera ser aceptada a la luz del difícil contexto que viven sus habitantes.

Por otra parte, el viernes por la tarde me encontré con el encargado de las actividades literarias del Centro Cultural Xavier Villaurrutia, ubicado en la glorieta del metro insurgentes, en el Distrito Federal. Aproveché para comentarle el interés que teníamos por presentar una antología de poesía en este espacio, para finales de septiembre, a lo que me dijo que el espacio permanecería cerrado hasta nuevo aviso. El mismo hombre que había abierto una librería especializada en poesía, a la que asistimos varias veces en la Colonia Roma, ahora pasaba a ser otro desempleado en la capital del país.

Este sábado 24 de junio, leí una nota en “La Jornada” al respecto, donde se dice que el espacio cerrará de manera temporal por los trabajos del STC en la glorieta Insurgentes, pero que las autoridades se comprometen a mantener el Centro Cultural Xavier Villaurrutia, donde la titular de cultura del GDF firmó un acuerdo que asegura la devolución de las instalaciones y de los contratos laborales. “Ante el eminente cierre temporal del espacio cultural, los maestros y talleristas deberán entregar las instalaciones –locales 11 y 12– el próximo 31 de julio y les serán devueltos cuando concluya el remozamiento proyectado por el STCM”.

La historia de este centro también da cuenta de muchas vicisitudes, pues ya hace varios años que también lo habían querido quitar. Me acuerdo que los policías querían ahí su estación, hasta que lograron obtener remozamiento y otro local más, con lo que se ampliaron sus actividades. Yo mismo, por razones circunstanciales le ayudé al encargado de entonces a imprimir unos carteles de denuncia con apoyo del sindicato de la UAM.

La última vez que asistí a este Centro fue hace un par de meses, para la presentación de “Infierno blanco”, poemario de Víctor M. Muñoz, lo que me llenó de gusto porque el centro está bien ubicado, en el corazón de la glorieta de insurgentes, lo que de alguna manera garantiza un público diverso. Pero hacen falta más espacios, desde luego, inclusive en la capital, no se diga de los estados, pues se repite a escala la centralización. La lógica es para más, nunca menos, pero parece que a las autoridades culturales hay que recordarles esto a cada rato, a falta de profesionalismo y de políticas con mayores alcances en las comunidades.

Por lo pronto, espero que nos alcance el tiempo de presentar la antología de poesía en este espacio. Que el cierre de este espacio cultural no sea para siempre, incluso de una vez deberían aprovechar para remodelarlo. A los lectores de esta épica columna, que cargan a sus espaldas todo el peso de la literatura (o su levedad), en estos tiempos desolados, les escribo de memoria este Nocturno de Xavier Villaurrutia:


Nocturno de la estatua:

Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.

Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito
querer tocar el grito y sólo hallar el eco
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.

Hallar en el espejo la estatua asesinada
sacarla de la sangre de su sombra
vestirla en un cerrar de ojos
acariciarla como una hermana imprevista
y jugar con las yemas de sus dedos
y contar en su oreja cien veces cien
cien veces
hasta oírla decir:  
                           
“estoy muerta de sueño” 

domingo, 17 de julio de 2011

Entrevista a Eduardo Antonio Parra por Arturo Alvar


Buscando sin aparente sentido entre mis papeles dispersos, el otro día encontré una entrevista que le hicimos hace seis años al narrador Eduardo Antonio Parra, que publicamos en el número cero de la revista Sapiencia. Conocí a este magnífico escritor porque en ese entonces yo tomaba un taller literario impartido por él en la Colonia Roma, cerca de la Casa del Poeta. El único y el último taller literario en el que por demás sacié en aquellos días mi inquietud narrativa.

Cuando leí por vez primera los cuentos de Parra, me pareció que la afabilidad de su persona no coincidía con la violencia de sus historias. Influido por Rulfo y Revueltas, la literatura de este norteño se nos aparece como una cicatriz de negra tinta sobre papel. Un día nos dijo que quizá escribía sobre asesinos para no volverse uno de ellos. Lo curioso es que pocos años después, me parece que los relatos fantásticos de Parra se han salido de los libros y se han vuelto una cruda realidad en México, acaso porque la literatura se anticipa a los acontecimientos, no sólo evoca sino que invoca la realidad e incluso, muchas veces, la rebasa.

Los escritores del norte han logrado lo que los sociólogos ya quisieran hacer: develar el caos social en que nos hemos metido, anticiparse al presente, aunque la mayoría de ellos como Élmer Mendoza, Luis Humberto Crosthwaite o Rafa Saavedra, no tocaran en su momento directamente temas como el narcotráfico, como podría pensarse si se desconoce y prejuzga el panorama literario actual.

Aunque Carlos Fuentes diga en “La región más transparente” que en México no hay tragedia, sino que todo es afrenta, los narradores norteños recrean una atmósfera tal que a través de la ficción se adivina un trágico realismo, no por propia voluntad sino por el peso de los acontecimientos que han hecho de este país un desolado páramo de sangre, de tal manera que muestran que la realidad actual es afrenta tanto como tragedia.

La indudable capacidad narrativa por parte de esta camada de norteños, no sólo subraya la originalidad de los temas como elemento sustancial de su literatura, sino que hay que entender que eso no se logra si no viene acompañado de un lenguaje que nos lleve a sus límites e incluso los rompa. Como decía Paul Valéry, la literatura es, en sí misma, un lenguaje límite.

Desde que realizamos aquella entrevista a Eduardo Antonio Parra, a mediados de 2005, el norte del país se ha vuelto una auténtica “Tierra de nadie” como se titula uno de sus primeros libros. Desde entonces el narrador nacido en Guanajuato pero radicado desde su temprana juventud en Monterrey, ha publicado Parábolas del silencio; Juárez. El rostro de piedra y Sombras detrás de la ventana, obra de cuentos reunidos con la que ganó el año pasado el Premio Antonin Artaud.

A continuación recupero esta entrevista que le hicimos Ulises Vidal y yo a Eduardo Antonio Parra. En una segunda parte, abordaré la vigencia de algunos cuestionamientos expuestos en esa ocasión frente a la polémica desatada desde la revista Letras Libres poco tiempo después entre el propio autor y el ensayista Rafael Lemus sobre la literatura del centro frente a la del norte del país.

Cicatriz de negra tinta


AA: El lenguaje es una condición universal del ser humano, puede ser la libertad de nombrar al mundo, como es el caso de la literatura, pero también se puede volver una prisión conceptual.

EAP: Es un límite, por supuesto, pero depende de cada uno si tienes la intensión de romper ese límite. Si bien te condiciona, de alguna manera también es infinito. Entonces hay que buscar nuevas formas que lo renueven, rescatar del pasado o inventarlas para romper esas condiciones que te da el diccionario y la gramática.

AA: Dicen que los narradores del norte no se limitan a contar algo íntimo solamente, o tratar de explorar en sí mismos, pues tienden mucho a ver al otro, a contar las historias que suceden más allá de los accidentes biográficos.

EAP: La narrativa actual del norte es mucho más extrovertida y la introvertida se da más en las grandes ciudades del centro del país. Quizá por el asunto del espacio. Los narradores del norte, por ejemplo, están acostumbrados a moverse, a caminar, a no quedarse en un lugar estático, pensando en sí mismos, sino están en pleno movimiento. A diferencia de los narradores de las grandes ciudades por la misma cantidad de gente que la habita. Vivimos encerrados en nuestras casas y de pronto nos encontramos sacando la narrativa de una reconcentración de nosotros mismos. Allá me da la impresión, por una tradición histórica, de una serie de movimientos. Alguien decía que son distancias demasiado largas.

AA: “La distancia es el olvido”, dice tu contemporáneo, el coahuilense Élmer Mendoza,  embargo tu narrativa trata peculiarmente de violentar la realidad, pero no deja de tener ese rasgo nostálgico donde los personajes son atravesados, sufren una transformación atroz, con todo el rostro de la muerte.

EAP: Son personajes límites en muchos aspectos, porque viven en ese filo entre la vida y la muerte, entre la realidad e irrealidad y también en el límite del territorio nacional. Siempre está presente la muerte, siento que esa es una tradición histórica más que literaria en el norte del país. La muerte en mi literatura es una especie de exorcismo para no cuestionarme tanto la propia.

AA: ¿Cómo te acercaste a la literatura tratando de ir a esos límites?

EAP: Había muchas cosas. Quizá nunca me puse a pensar en una tensión religiosa, pero sí la había. Muchos misioneros norteamericanos o chicanos venían a proclamar el protestantismo. No hablemos de las tensiones culturales, sobre todo en la frontera de Texas y Tamaulipas, como se ve, por ejemplo, en El Álamo: cómo los ven ellos y cómo los vemos nosotros. Para los gringos es una afrenta cultural que no se cansan de cobrar y de nuestro lado se ve como la estupidez de Santa Ana. La frontera del idioma es otra, cómo se va mezclando el idioma, cómo se va retorciendo: el spanglish, la jerga pachuca que a mí me fascinaba cuando viví allá, rompe con los diccionarios. No se olvide la tensión histórica. Carlos Fuentes no se cansa de decir que la frontera es una cicatriz que jamás se ha cerrado y se nota.  Por otro lado, la frontera del norte es sitio de paso. Siempre que le ves a un tipo la cara te dices “este tipo vive con una tensión horrorosa, luego “este tipo no es de aquí y no se va a quedar mucho tiempo”, también “va para el otro lado o va de regreso”. Inclusive he llegado a pensar: “es posible que se quede, pero aún no lo sabe”.

UV: Se han dado movimientos de culturas juveniles en el norte del país. “La avanzada regia”, por ejemplo, que así le llamaron los medios más pop, pero aún así eso es cierto. Fran Ilich, tijuanense un poco mayor que nosotros,  nos dijo “es que mi ciudad es demasiado gringa y demasiado mexicana para ser de primer mundo”. De ahí el constante reto de traspasar la frontera, ya sea por jóvenes como Iván, por medios electrónicos o inclusive físicamente. Esa es la tensión grande, el allá, el mirar hacia allá.

EAP: En Monterrey asimilaron muy bien la cultura pop, sobre todo de Texas. En literatura lo que está sucediendo, está en Tijuana. Es la misma asimilación de las literaturas populares de Los Ángeles y Chicago. Yo siento que todavía no cuaja, a excepción de Rafa Saavedra, que ya empezó a asimilar el spanglish muy bien en sus textos; está Heriberto Yépez, con sus adaptaciones. Habría que saber qué va a pasar. Tijuana tiene la ventaja de ser la ciudad más grande. También está Ciudad Juárez, pero el movimiento no es tan efervescente. En Monterrey la literatura está definitivamente más cargada a la tradición mexicana, pero también aprovechan las expresiones culturales gringas que llegan, donde empiezan a traducir y se enriquecen de esto. Si Tijuana es una ciudad demasiado gringa para ser mexicana, Monterrey yo creo que es la segunda ciudad más gringa que hay en México.

AA: No sé que pienses de esta idea que tú manejas de la muerte como ir al otro lado, tú como hombre mortal, ¿cómo te gustaría ser leído en la inmortalidad?

La inmortalidad es una palabra muy grande. Simplemente que se piense que lo que intenté escribir fue sobre este tiempo, sobre algunas regiones de este país que bien pudieron ser ageográficas, en el sentido de que las historias pudieran ocurrir en cualquier otro lado. Lo más trágico sería que los libros murieran y sobreviviera el escritor.

martes, 12 de julio de 2011

Poemas para un poeta que dejó la poesía: Una antología del dolor


Uno de los sucesos literarios más importantes de estas últimas semanas, es la publicación de la antología Poemas para un poeta que dejó la poesía, resultado de la iniciativa de Eusebio Ruvalcaba con el apoyo de Víctor Roura.

Éste último dirige la colección Cuadernos del periódico El Financiero, donde se publicó una convocatoria abierta desde el 4 de abril y que en cuestión de poco tiempo, ante una respuesta que asombró al propio antologador, con un tiraje inicial de 300 ejemplares Poemas para un poeta que dejó la poesía salió a la luz  y ya va por su segunda impresión.

“Los acontecimientos atroces conmueven, sublevan a los poetas” dice Eusebio en el prólogo del libro, al respecto del motivo principal que lo llevó a vislumbrar esta idea: “Que Javier Sicilia se sienta acompañado en su pena”. Lo anterior a partir el asesinato de Juan Francisco Sicilia, hijo del poeta, el pasado 13 de marzo, que lo ha llevado a encabezar el movimiento Paz con Justicia y Dignidad, acontecimiento que ha puesto a Sicilia en el papel de luchador social. 

Por lo anterior, el título de la antología Poemas para un poeta que dejó la poesía, se refiere al hecho de que en una de sus primeras declaraciones, Javier Sicilia leyó lo que sería su último poema: "El mundo ya no es digno de la palabra/ Nos la ahogaron adentro/ Como te asfixiaron /Como te desgarraron a ti los pulmones/ Y el dolor no se me aparta/ sólo queda un mundo/ Por el silencio de los justos/ Sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo"; lo cual es un tema que atraviesa toda la antología y que se refleja en muchas de las metáforas y aluciones de los 69 poetas que la integran, lo que es interesante porque también refleja las posiciones críticas frente a la tragedia no sólo personal de Sicilia, sino del país entero.

José Emilio Pacheco abre la antología con una carta, porque fue el primer poeta en responder. Dice que ante el “dolor que incendia a Javier Sicilia./ No pretendo ninguna autoridad. Mal podría/ Aconsejar y mucho menos imponer nada… Javier Sicilia tiene la palabra./ Si él decide callar/ todos quedamos en silencio/ Ante el horror y la sangre”. Por su parte, Raúl Renan escribe en su poema A Juan Francisco Sicilia: “te defiendo/ aunque no estés presente”.

Juan Gelman aporta un poema espléndido, cuando anuncia lo que ocurrirá con Sicilia ante su declaratoria: “Javier:/ El poeta que abandona a la Poesía/ será castigado por Ella:/ volverá”. Hay que recordar que a Gelman le asesinaron a su hija durante la dictadura militar en Argentina y que encontró a su nieta muchos años después, gracias a una lucha social desde el exilio. Es decir, sabe de estos dolores, a diferencia de Pacheco, tiene autoridad para vaticinar lo que va a ocurrir y en cierta forma ocurrió con la respuesta de los poetas que integran la presente antología.

Me gusta la diversidad de estratos, corrientes y generaciones de escritoras y escritores que integran Poemas para un poeta que dejó la poesía. Me sorprende que de los poemas más emotivos, órganicos con el tema; que se arriesgan tanto en forma como en contenido, provengan de los poetas desconocidos y no tanto de los consagrados, a quienes se les advierte que cuidan más sus palabras, con un gesto más conservador (diríase políticamente correcto).

Miguel A. L Morgan dedica el poema a su propio hijo: “Vete, vete ya, corre hijo/ antes de que te alcance una bala,/ o un tiro que trunque tus sueños…/ Cuando llegues allá, no vuelvas,/ no quiero verte muerto,/ aquí no hay leyes,/ sólo discursos vacíos/ de gente bien custodiada, que no sabe lo que es llorarle a un hijo muerto”. Estos versos, no sé porque, me hubiera gustado oírlos como protesta, a partir, del último encuentro de Felipe Calderón con el Movimiento encabezado por Sicilia, donde el primero salió fortalecido mientras que el segundo está siendo sumamente cuestionado, no por lo medios oficiales sino por las opiniones que aparecen en los medios alternativos de comunicación.

La publicación de esta antología también es una alternativa frente al horror. Tal vez en este encuentro con Calderón, a Sicilia le hicieron falta palabras como las de Sergio Vicario: “es una decisión personal, no obstante, la poesía ocurre… porque la tierra es más pródiga que el dolor, a pesar de nosotros mismos”; como las de Jal Magrive: “Los buitres devoran tu poesía/ devoraron tu rima/ jamás devorarán su alma”; o las de Tomás Licea cuando escribe: “No te calles./ Dame la espada si deseas, pero no me niegues la palabra… No permitas que enmudezca la poesía”.

Pocos son los poemas que aluden a la cercanía personal con Javier Sicilia y el autor. Algunos imaginan estar en sus zapatos, otros no se atreven. Algunos hablan sobre el duelo de cada uno y que hoy en día, ante la tragedia, es el de todos. La gran mayoría se muestran solidarios sin conocer al poeta, porque comparten el gusto por la poesía y el placer de las palabras, aunque los tiempos sean aciagos. Inclusive el propio Eusebio Ruvalcaba no conoce personalmente al poeta, pero espera que esta antología llegue a sus manos por el prodigio de la literatura.

Le pido a Sicilia que en su próximo encuentro con el Congreso de la Unión, retome la demanda de un juicio ciudadano a Felipe Calderón, sobre todo tras su evidente cerrazón, en el Castillo de Chapultepec, de cambiar la estrategia de seguridad, así también que se retomen en el poder legislativo los planteamientos, discusiones y resultados de las mesas de trabajo que se llevaron en Ciudad Juárez para lograr el Pacto ciudadano legítimo y no sólo demandar seis puntos iniciales que se acordaron en el Zócalo capitalino, tras la marcha desde Cuernavaca, pues me parece que debe ser consecuente con la democracia que predica.

A los poetas que integran esta antología, les pido que hagamos algo más por este tipo de iniciativas que sólo celebrar la inclusión en “otra antología más”, puesto que el trabajo del poeta no concluye ahí. Hay un quehacer cultural pendiente con la sociedad y debemos responder con la misma actitud cívica que reivindica la paz sobre la barbarie de estos tiempos. 

Ahí estaremos, en pie de lucha, leyendo poemas, denunciando atrocidades, aullando, como dice Enrique González Rojo, aunque estemos equivocados. Para los que presentaron su trabajo y no fueron incluidos, también les pido que no tengan algún tipo de recelo. Acabemos con la lógica de la intolerancia, pues es una antología que no está buscando canonizar, sino que está inspirada en el dolor de un hombre que abandonó la poesía, esto es, lo que nos acerca más como seres humanos.

Ruvalcaba además declara que hay material para otra antología, deberíamos entonces publicarlo entre todos, de manera independiente. Buscaré, por mi parte, ese cometido, dentro de mis alcances como editor de una revista universitaria.

Termino con un poema de Mónica Suárez, adversaria en el Cuadrilátero de todas las batallas con la palabra, incluido en Poemas para un poeta que dejó la poesía:


Resistencia


Desde la orilla del dolor salta el silencio.
¿Habrá razón alguna para callar tu rabia?
¿para morir también junto con lo que amabas?
Condenado al silencio te exilias en ti mismo:
¿quién podrá soportar tan atroz balbuceo?
El dolor que se estanca como líquido viejo
sin poder derramarlo en la furia del verbo,
en alas que dan las palabras sin miedo,
los poemas que sangran sus verdades y duelos.
¡Que no te maten el alma los asesinos de cuerpos!
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viernes, 8 de julio de 2011

miércoles, 6 de julio de 2011

Fantasma entre los vivos

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Ha pasado el tiempo del exilio
desde que decidimos vivir juntos
en la misma casa, el mismo lecho
dejé por ti el hábito de sembrar la fuga
porque dejaste todo yo solté las amarras
varios kilómetros de desierto
pocas líneas quedaron
como cristales rotos en las costras del verano
inserto en el horizonte
un herraje de engarces pétreos
coagular de retinas que se sangran lo visto
del espejo la bestia que soy y que te ama
aunque lo mío sea el catártico delirio
amar y a mar saben a ti
lo mismo que las lunas abismales
entregadas al vértigo
el tiempo fue un imán de nuestras sombras
la noche en que no pudimos abrazarnos
fastidiados por una discusión irresoluble
¿será la última vez que me destruyas?
Durante el sueño me perdí en una estación
llena de gente, en la terminal donde todos
los miedos bajan mientras la cama tiende trampas
para la madrugada del insomnio
donde deseábamos estar como al principio
los dos sin nada en que caernos muertos
sin nada que perder excepto el extravío
cuando los dos nos encontrábamos desnudos
frente a tardes lluviosas de hoteles de paso
con la distancia nos hicimos esperanzas
de que el paso fuera más perpetuo
de que la arena donde nos revolcábamos
sería la misma con que nos enterrarían
hijos nuestros y nietos de claro semblante
ángeles aún sin nombre
los no nacidos niños
engendrados por la tristeza de tus ojos
de fecundas lágrimas como placentas de agua
que yo podría seguir con mis desvelos marinos
pero la ausencia fue tal que nos arrancó el aire
nos despojó de la piel en carne viva
donde caricias fueron, llagas en las manos.
El mundo puede, desde luego, ser distinto
¿no debí soltar nunca las amarras?
Me he quedado fantasma entre los vivos
un atisbo en la conciencia de mi ira.
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Arturo Alvar
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lunes, 4 de julio de 2011

Entre aguas negras y Ezra Pound ¿Qué le depara a la cultura en el Estado de México?


Lo que dejó el año de Hidalgo, sin remedios

Este domingo que, bajo el signo del abstencionismo, se llevaron a cabo las votaciones para la elección por la gubernatura en el Estado de México, una de las entidades más pobladas del país, pienso en las graves consecuencias que para el sector cultural tendrá que el “Partido de la Revolución Institucionalizada” continúe en el gobierno, más con los antecedentes que tiene el gobernador entrante como presidente municipal de Ecatepec.

La colindancia del Estado de México con el Distrito federal, como se sabe, ha conformando en las últimas tres décadas una zona metropolitana que actualmente supera a la población que vive dentro de la capital. En municipios como Naucalpan, Tlalnepantla, Ecatepec y Nezahualcóyotl se concentran más de 12 millones de habitantes, con lo que el Estado de México se ha vuelto el más importante bastión electoral para el PRI.

El Distrito Federal, elevado al grado de entidad federativa, ha podido ser gobernado por más de dos décadas por un partido de oposición con tendencias de izquierda, como lo es el PRD, como consecuencia del movimiento ciudadano. Se esperaba que sucediera una tendencia similar en el Estado de México, como parte de un proceso de ciudadanización propio de una democracia en ascenso. Sin embargo, esto no sucedió así, sino todo lo contrario, el PRI en la entidad no sólo ha mantenido sino que ha acrecentado su estructura política clientelar, a tal punto la hegemonía de este partido, la del grupo Atlacomulco, impulsa al actual gobernador de esta entidad para la candidatura presidencial del año siguiente.

En términos de calidad de vida, las políticas clientelares del PRI en el Estado de México han acentuado de manera más visible las contradicciones respecto a lo que significa tener residencia en el Edomex o en el Distrito Federal, pues mientras muchos mexiquenses se trasladan todos los días a laborar a la capital del país, esto no viene acompañado de mejoras en educación, salud, vivienda, empleo, seguridad; mientras que el Distrito Federal, una de las ciudades menos inseguras del país, sigue absorbiendo la demanda laboral de una entidad que por sí misma podría salir adelante en términos económicos.

La realidad arremete contra todo supuesto: las votaciones se realizaron tras el desbordamiento del Río de los Remedios, el canal de aguas negras que atraviesa Ecatepec y Neza. Esto sucede con cada vez mayor frecuencia, más aún en contingencias climáticas, pero esta última ocasión inundó más de treinta colonias, con miles de personas damnificadas. Este tipo contingencias sólo dejan ver el abandono sistemático y la falta de infraestructura para garantizar la seguridad de los habitantes mexiquenses.

El corporativismo priísta insiste en mantener una lógica donde los ciudadanos son mera clientela, donde los votos se compran a cambio de despensas y materiales de construcción, con recursos que ellos mismos han usufructuado y dilapidado del presupuesto público. Incluso han cometido, el día previo a la elección, la infamia de aprovechar la tragedia del desbordamiento de mierda, que ellos mismos han propiciado, para condicionar el voto a los afectados. Sin duda, es conveniente para el PRI en el Edomex frenar el advenimiento de la democracia , marcada por un abstencionismo que la hace obsoleta, lo cual se refleja en el alto costo de la elección, de más de 3 mil millones de pesos, siendo la entidad que más cuesta a la “democracia”, mexicana.



No puedo evitar pensar en lo que se hubiera podido hacer con ese dinero en educación, infraestructura hidráulica y cultural para la entidad; pero el acarreo y el condicionamiento del voto mediante la pobreza y la ignorancia, es lo único que saben hacer estos señores. La ausencia en propuestas a la cultura, es un síntoma de que los mexiquenses no participan. Hace un par de días escuché en un video subido a internet, no sin azoro, justificaciones de personas que siguen votando por el PRI porque sus abuelos así les enseñaron, aunque ellos sigan instalados en el mismo rezago que sus padres; a personas que admitieron asistir a los mítines sin saber ni cómo se llama el candidato, a cambio por una torta y que se quejaron porque sólo les dieron un refresco; a los burócratas que sólo esperan obtener un puesto mayor en el gobierno; o los que terminan pegando en su casa una manta a favor del candidato que les ha quitado hasta el empleo y los hace nadar entre aguas negras. En fin, pienso en cuánta ignorancia se incuba en todo esto, pero ¿cómo puede acabarse este círculo vicioso? Mis temores se corroboran este día domingo, cuando los resultados preliminares anuncian que Eruviel Ávila resultó ganador en los comicios mexiquenses.

No se pudo detener a la maquinaria priísta y no puedo ver más que implicaciones devastadoras. Ahora se dimensiona el tamaño de los errores cometidos por la militancia perredista en Ecatepec que en su momento tuvieron la oportunidad de ejercer el buen gobierno, pero que de manera arrogante hicieron a un lado los intereses públicos por sus intereses particulares. Se marearon con sólo subirse a un ladrillo y perdieron. Era importante que la izquierda partidista no terminara por caer en la lógica del corto plazo, herencia priísta por antonomasia, donde el último año es el de Hidalgo: “chingue a su madre el que deje algo”.

Mi experiencia cultural en Ecatepec

Llegué a Ecatepec a trabajar en el 2006 en el gobierno municipal de Gutiérrez Cureño, candidato que tenía fama de borracho y mujeriego, lo que no fue la excepción como presidente. Un tipo sin mayor perspectiva que la de llegar, casi por accidente, a ganar la elección local debido al “Efecto Peje”, es decir, por lo comicios donde López Obrador contendió por la presidencia y que aunque no la ganó, esto tuvo efectos en la conquista de localidades importantes como Ecatepec, a favor del PRD.

Es en esa coyuntura donde aparecieron los diversos colectivos, artistas y promotores culturales del municipio. Hubo mucha expectativa por el impulso que supuestamente daría el gobierno municipal a las políticas culturales para Ecatepec. Aunque yo era un extranjero venido de la hermana república de Azcapotzalco, me involucré de inmediato con la gente del municipio que estaba impulsando proyectos, aunque el tema que dominaba entonces en mí fuera más bien solitario: las bibliotecas, los libros, el fomento a la lectura, es decir, expresiones de mi pasión por la literatura. El cabildo municipal entrante aprobó y autorizó un presupuesto inicial para que en principio se rehabilitaran todas las bibliotecas. Me fui a radicar por un tiempo a San Cristóbal, la cabecera municipal en las faldas del Ehécatl. Ahí no sólo me involucré con el trabajo propio de las bibliotecas, lo que de por sí me abrió una perspectiva más amplia sobre la realidad de ese municipio y de sus carencias, sino que conocí y llegué a formar parte de un colectivo cultural. Luego de que el presidente municipal creara la dirección de cultura, miembros de “Los de apie”, artistas plásticos en su mayoría, entraron a trabajar como promotores culturales del municipio, a la par que sus integrantes continuaron con la intensión de conformar proyectos independientes y apuntando a la autogestión.

En el primer recorrido que hice por el municipio, conocí a un bibliotecario, el más gallo de todos, que había trabajado antes en la Tesorería municipal y que por unos negocios a espaldas de su jefe fue castigado en administraciones pasadas, confinándolo a una biblioteca, pues para muchos bibliotecarios su trabajo es un castigo. Me platicó que había sido chofer de un secretario de estado y que, en sus mejores tiempos, se encargaba de llevarle las maletas llenas de dinero. “Puedes tener buenas ideas, pero así son las cosas aquí. Lo mejor que puedes hacer, ahorita que tienes trabajo, es sindicalizarte. Yo conozco al Cachorro, si quieres te lo presento”. Le dije que no era mi intensión pertenecer al sindicato ni quedarme para siempre en ese municipio, pero sólo con el paso del tiempo los bibliotecarios entendieron que su labor para mí era fundamental y no una mera simulación, pues hasta ese momento no se hacía nada por las bibliotecas municipales y aún menos por sus trabajadores.

Llegué a deprimirme cuando vi las condiciones deplorables de las pocas bibliotecas del municipio. En la más importante de ellas, por su impacto en el número de usuarios, instalada en Ciudad Azteca, los sanitarios estaban atrofiados, los pasillos en penumbras, equipos de cómputo inservibles y saqueados. La bibliotecaria, desesperada, lo primero que solicitó fue material de limpieza. No me creyó cuando, en días posteriores, le dije que íbamos a rehabilitar su biblioteca. “Nunca te van a hacer caso”, respondió. En eso se empezó a salir el agua por los escusados del baño. Rápidamente un policía de planta, habilitado con trapos y cubeta, hizo lo posible porque el agua no llegara a una columna de libros apilados junto a un estante. En un salón de la biblioteca, que ante había sido banco, estaban muchos más libros amontonados, donados por los vecinos. ¿Por qué no se distribuye este acervo a otras bibliotecas? No había quién lo hiciera. Revisando el material, encontré los “Cantos” completos de Ezra Pond y pensé que al menos esa era una señal de que valía la pena intentar un cambio.

No sabía a lo que me estaba enfrentando. Esa biblioteca, “Tlacaélel”, en principio, no contaba con escrituras propiedad municipal, requisito para obtener recursos federales del Conaculta, así que habría que regularizarla como todas las otras. Además, estaba instalada junto a un mercado donde vendedores ambulante ocupaban parte de la entrada para ejercer el comercio informal cada que podían y pedían porque fuera reubicada. Al parecer nadie quería una biblioteca ahí, pero eso contradecía las donaciones de la gente. Así que decidimos continuar con el proyecto.

Fueron muchas las adversidades además de lidiar con ambulantes, pero en este caso como en otras bibliotecas del municipio, logramos rehabilitarlas y crear otras más, precisamente con muchos de los libros que fueron donados o que compramos con editoriales independientes, como nunca se había hecho; dignificando estos espacios junto con el apoyo de vecinos, maestros, lectores y promotores culturales. Con los bibliotecarios hice un viaje al congreso nacional de bibliotecas que se realizó en Chiapas. Pocos habían salido del estado, ninguno había viajado por parte del trabajo; incluso para una pareja de bibliotecarios fue hasta como su luna de miel. Me parece que experiencias como ésta deben ser tomadas en cuenta para lograr un cambio fundamental de perspectiva en los gobiernos locales para implementar una política cultural de alcances tangibles y perdurables.

En 2007, con el colectivo “Los de a pie” realizamos el Segundo Encuentro Nacional de Artistas Jóvenes Independientes, con sede en Ecatepec (el primero fue en Iztapalapa), en las instalaciones de un teatro al aire libre, ubicado también en las faldas del cerro del Ehécatl. Recuerdo que ese espacio estaba hasta ese momento tomado por la Dirección Municipal de Seguridad Pública como deshuesadero de patrullas. No sé cómo pudimos pero en la antesala del encuentro, a finales de 2007, logramos que desalojaran toda esa chatarra. Como petición directa, después del Encuentro el presidente municipal otorgó ese espacio a la Escuela de Bellas Artes del municipio, la cual tenía sólo dos salones prestados por una Normal de Maestros local. También en ese entonces logramos que el gobierno municipal cediera un espacio para albergar nuestro proyecto colectivo, que consistía en una cafetería cultural donde se presentarían eventos artísticos y culturales que le darían vida al corazón de Ecatepec. El kiosko cultural “El Semillero” fue un proyecto digno con las expectativas que nos habíamos trazado para dar un auge cultural al municipio.

Recuerdo que cuando revisé los expedientes que había sobre las bibliotecas municipales, analicé sus antecedentes, cada espacio en donde vecinos habían solicitado al gobierno la construcción de una biblioteca, me di cuenta de que el rezago era de casi dos décadas, donde las autoridades no habían atendido ninguna solicitud. Cuando Eruviel Ávila aparecía como destinatario del oficio donde se solicitaba una biblioteca en Ampliación Tulpetlac, por ejemplo, hace 15 años, nunca dio contestación a las peticiones que en vano esperaron ser atendidas, mientras este oscuro personaje fue ascendiendo de puesto y posición: de secretario municipal a presidente municipal, de presidente municipal a diputado federal, de diputado otra vez a presidente municipal y así, ahora será el gobernador del Estado de México, aunque nunca concluyó un sólo periodo completo de gestión local.

El virtual abandono de la cultura

Durante mi estancia en Ecatepec, durante 3 años, me di cuenta del uso político al más puro estilo priísta, inserto en la estructura de los gobiernos locales, así como del abandono e incluso del desdeño total por la cultura, pero lo que no me cabe ahora en la cabeza es pensar en el cinismo con que Eruviel Ávila regresó a la presidencia municipal, usando el puesto de trampolín para su candidatura gubernamental, donde antes de oficializar su lanzamiento por parte del PRI, anunció la creación de “bibliotecas virtuales” como estrategia electorera.

En 2008, con presupuesto de 2.6 millones de pesos, gestionado ante el Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE) de Conaculta, se aprobó un proyecto para la construcción de una biblioteca pública en una zona desprovista por completo de infraestructura cultural, en una colonia por demás marginal, llamada El Salado, con un terreno amplio y contiguo a una escuela primaria, la Rufino Tamayo, donde al siguiente año comenzó el levantamiento de un inmueble ex profeso para biblioteca, como había sido la solicitud de los vecinos durante más de 15 años sin obtener respuesta.

Recuerdo que al principio la construcción empezó con la nivelación del terreno con la Avenida Central, así que un día sobre el terreno apareció un montículo de arena, dejado por la constructora, donde unos niños jugaban aventándose piedras. Pensé en lo que harían esos niños cuando la biblioteca estuviera funcionando, si acaso ese pequeño acontecimiento pudiera cambiarles un poco la vida. Sobre todo porque los más jóvenes de esa colonia, quizá los hermanos mayores de esos niños salvajes que vi aquella tarde, se dedicaban a asaltar a los pasajeros del transporte público.

La biblioteca se terminó de construir en 2009, a finales de la gestión perredista. Al ser un proyecto conjunto con Conaculta y el municipio, su destino como biblioteca estaba considerado en el presupuesto federal, por lo que debía incorporarse a la Red Nacional de Bibliotecas, con acervo, mobiliario y un número específico proporcionado por la Dirección General de Bibliotecas, teniendo el municipio que sesionar en Cabildo un acuerdo entre ambas instancias, lo cual era estafeta para la siguiente administración. Pero Eruviel Ávila lo primero que hizo no fue sesionar este punto en Cabildo, sino mandó pintar el inmueble de los colores que usurpa su partido a la bandera nacional. Eso fue lo de menos. Luego la policía municipal lo usó por un tiempo como base para realizar operativos en el transporte público (seguramente por los chavos asalta camiones) y finalmente, frente a la insistencia de un vecino de que se continuara con el proyecto inicial de crear una biblioteca, puesto que una vez construido ese inmueble lo que seguía era su equipamiento, fue que Eruviel Ávila, a pesar de que ya se tenían asegurados los libros y el mobiliario asignado por Conaculta para tal fin, anunció la creación de una más de sus “bibliotecas virtuales”.

No entendí de qué se trataba el asunto, así que acudí a la Biblioteca Central Enrique González Rojo Arthur, ubicada en el Fraccionamiento Las Américas, ahí me enteré que el inmueble de El Salado aún no estaba incorporado a la Red y que en el recinto recién construido se había hecho un convenio con un privado para brindar servicios informáticos. No estaba en manos de ningún bibliotecario el inmueble y tampoco estaba la gestión en manos de la coordinación de bibliotecas y fomento a la lectura. Todo se manejaba desde la secretaría del ayuntamiento, desde la presidencia. Hasta ahí pude llegar con mi incipiente investigación, porque obviamente la información no me la iban a dar y menos cuando fui trabajador de la administración pasada.

Poco tiempo después, como dije, en las vísperas de su candidatura oficial a la gubernatura por el Estado de México, Eruviel Ávila anunció que instalaría más bibliotecas virtuales “del Bicentenario”, pero ahora salía con la noticia de que las haría en armatostes de aviones inservibles, estacionados en los hangares del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Se le ocurrió comprarlos al Sistema de Administración y Enajenación de Bienes, cuando pudo bien haber prescindido de ese gasto al solicitar la donación de las varias toneladas de esa chatarra, que le costó al municipio 478 mil pesos. Televisa y T.V Azteca, eso sí, dieron total cobertura al traslado de los aviones mediante grúas y un operativo vial, donde al menos el municipio gastó otro millón, recursos que se hubiera podido invertir para la construcción de una biblioteca con infraestructura acorde y según las recomendaciones de la UNESCO para la existencia de una biblioteca pública por cada 50,000 habitantes (cuando en Ecatepec existe una por cada 250,000). Pero los tiempos de Eruviel, que eran los electorales, lo apremiaron al derroche irresponsable.

Mientras el PRI festeja su “incuestionable” victoria en tres estados de la República, incluyendo el Estado de México, el inmueble de El Salado sigue sin incorporarse a la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. Los niños no pueden llevarse sus libros a domicilio porque ni siquiera hay libros y si están enterados tienen que cruzar la Avenida Central, adentrarse en el Fraccionamiento Las Américas, para llegar a la biblioteca más cercana que es la “Enrique González Rojo Arthur”, la cual existe porque se le exigió a la constructora ARA que esta biblioteca fuera parte del equipamiento urbano más urgente en esta comunidad. Ellos festejan mientras los vecinos de las colonias afectadas por el desbordamiento de aguas negras, piden que el gobierno los visite al menos para reconocer el recuento de los daños. Todo esto sucede mientras en el país alcanzamos más de 40 mil muertos desde que Calderón emprendió su genocidio. El Kiosko Cultural “El Semillero” sigue cerrado, ante la negativa del gobierno municipal de Ecatepec para ceder un ápice de espacio para la expresión artística a los jóvenes de este municipio, menos para alentar políticas culturales a favor de ellos. Este país se cae a pedazos, pero seguramente alguien, en algún rincón de una biblioteca inundada, rescata de entre las aguas a Ezra Pound y lee que Ulises regresará “a través del rencoroso Neptuno, por oscuros mares, perdiendo todos sus hombres”.

sábado, 2 de julio de 2011

Afán de quien muere

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No es el caballo que muere a la mitad del desierto
sino el desierto quien muere a la mitad del caballo.
Gustavo Enrique Orozco 
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Desconcertado pasas sulfurando la calle 
recordaste el campo de las ojivas nucleares 
una hoz que corta flores de opio
tiradero de la podredumbre ancestral
respiras ese humo y es el alma de los muertos
calcáreo como estampa 
que el sol dejó tallado en piedra 
es la mano chichimeca
que estaba antes de que llegaran
los otros bárbaros peninsulares.

Simplemente un mar que se tornó en desierto
donde crece una cactácea dentro de ti
mientras la lluvia reblandece el polen
que habrá de mezclarse con el polvo
la memoria de los frutos de la tierra.

No sé si has visto ese brillo
como esquirlas de agua luminosa
en la piel de la pantera
que divisó aquel infante
mientras trasladaba esclavos
a tierras desconocidas.

No sé si las olas imiten el hechizo de las dunas
o las arenas sean vestigio de la errancia del agua
pero el amnios marino quedará para las travesías
con un caracol fósil como amuleto.

Te lo digo, las historias se repiten
como el bosque de nuestros pulmones
que crece a manera de que el viento
se adentre en lo más íntimo
de nuestra respiración
solos respirándonos el cielo
hace palpitar los astros más lejanos
en sincronía con el latido
afán de nuestros corazones.

Arturo Alvar