Uno de los sucesos literarios más importantes de estas últimas semanas, es la publicación de la antología Poemas para un poeta que dejó la poesía, resultado de la iniciativa de Eusebio Ruvalcaba con el apoyo de Víctor Roura.
Éste último dirige la colección Cuadernos del periódico El Financiero, donde se publicó una convocatoria abierta desde el 4 de abril y que en cuestión de poco tiempo, ante una respuesta que asombró al propio antologador, con un tiraje inicial de 300 ejemplares Poemas para un poeta que dejó la poesía salió a la luz y ya va por su segunda impresión.
“Los acontecimientos atroces conmueven, sublevan a los poetas” dice Eusebio en el prólogo del libro, al respecto del motivo principal que lo llevó a vislumbrar esta idea: “Que Javier Sicilia se sienta acompañado en su pena”. Lo anterior a partir el asesinato de Juan Francisco Sicilia, hijo del poeta, el pasado 13 de marzo, que lo ha llevado a encabezar el movimiento Paz con Justicia y Dignidad, acontecimiento que ha puesto a Sicilia en el papel de luchador social.
Por lo anterior, el título de la antología Poemas para un poeta que dejó la poesía, se refiere al hecho de que en una de sus primeras declaraciones, Javier Sicilia leyó lo que sería su último poema: "El mundo ya no es digno de la palabra/ Nos la ahogaron adentro/ Como te asfixiaron /Como te desgarraron a ti los pulmones/ Y el dolor no se me aparta/ sólo queda un mundo/ Por el silencio de los justos/ Sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo"; lo cual es un tema que atraviesa toda la antología y que se refleja en muchas de las metáforas y aluciones de los 69 poetas que la integran, lo que es interesante porque también refleja las posiciones críticas frente a la tragedia no sólo personal de Sicilia, sino del país entero.
Por lo anterior, el título de la antología Poemas para un poeta que dejó la poesía, se refiere al hecho de que en una de sus primeras declaraciones, Javier Sicilia leyó lo que sería su último poema: "El mundo ya no es digno de la palabra/ Nos la ahogaron adentro/ Como te asfixiaron /Como te desgarraron a ti los pulmones/ Y el dolor no se me aparta/ sólo queda un mundo/ Por el silencio de los justos/ Sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo"; lo cual es un tema que atraviesa toda la antología y que se refleja en muchas de las metáforas y aluciones de los 69 poetas que la integran, lo que es interesante porque también refleja las posiciones críticas frente a la tragedia no sólo personal de Sicilia, sino del país entero.
José Emilio Pacheco abre la antología con una carta, porque fue el primer poeta en responder. Dice que ante el “dolor que incendia a Javier Sicilia./ No pretendo ninguna autoridad. Mal podría/ Aconsejar y mucho menos imponer nada… Javier Sicilia tiene la palabra./ Si él decide callar/ todos quedamos en silencio/ Ante el horror y la sangre”. Por su parte, Raúl Renan escribe en su poema A Juan Francisco Sicilia: “te defiendo/ aunque no estés presente”.
Juan Gelman aporta un poema espléndido, cuando anuncia lo que ocurrirá con Sicilia ante su declaratoria: “Javier:/ El poeta que abandona a la Poesía/ será castigado por Ella:/ volverá”. Hay que recordar que a Gelman le asesinaron a su hija durante la dictadura militar en Argentina y que encontró a su nieta muchos años después, gracias a una lucha social desde el exilio. Es decir, sabe de estos dolores, a diferencia de Pacheco, tiene autoridad para vaticinar lo que va a ocurrir y en cierta forma ocurrió con la respuesta de los poetas que integran la presente antología.
Me gusta la diversidad de estratos, corrientes y generaciones de escritoras y escritores que integran Poemas para un poeta que dejó la poesía. Me sorprende que de los poemas más emotivos, órganicos con el tema; que se arriesgan tanto en forma como en contenido, provengan de los poetas desconocidos y no tanto de los consagrados, a quienes se les advierte que cuidan más sus palabras, con un gesto más conservador (diríase políticamente correcto).
Miguel A. L Morgan dedica el poema a su propio hijo: “Vete, vete ya, corre hijo/ antes de que te alcance una bala,/ o un tiro que trunque tus sueños…/ Cuando llegues allá, no vuelvas,/ no quiero verte muerto,/ aquí no hay leyes,/ sólo discursos vacíos/ de gente bien custodiada, que no sabe lo que es llorarle a un hijo muerto”. Estos versos, no sé porque, me hubiera gustado oírlos como protesta, a partir, del último encuentro de Felipe Calderón con el Movimiento encabezado por Sicilia, donde el primero salió fortalecido mientras que el segundo está siendo sumamente cuestionado, no por lo medios oficiales sino por las opiniones que aparecen en los medios alternativos de comunicación.
La publicación de esta antología también es una alternativa frente al horror. Tal vez en este encuentro con Calderón, a Sicilia le hicieron falta palabras como las de Sergio Vicario: “es una decisión personal, no obstante, la poesía ocurre… porque la tierra es más pródiga que el dolor, a pesar de nosotros mismos”; como las de Jal Magrive: “Los buitres devoran tu poesía/ devoraron tu rima/ jamás devorarán su alma”; o las de Tomás Licea cuando escribe: “No te calles./ Dame la espada si deseas, pero no me niegues la palabra… No permitas que enmudezca la poesía”.
Pocos son los poemas que aluden a la cercanía personal con Javier Sicilia y el autor. Algunos imaginan estar en sus zapatos, otros no se atreven. Algunos hablan sobre el duelo de cada uno y que hoy en día, ante la tragedia, es el de todos. La gran mayoría se muestran solidarios sin conocer al poeta, porque comparten el gusto por la poesía y el placer de las palabras, aunque los tiempos sean aciagos. Inclusive el propio Eusebio Ruvalcaba no conoce personalmente al poeta, pero espera que esta antología llegue a sus manos por el prodigio de la literatura.
Le pido a Sicilia que en su próximo encuentro con el Congreso de la Unión, retome la demanda de un juicio ciudadano a Felipe Calderón, sobre todo tras su evidente cerrazón, en el Castillo de Chapultepec, de cambiar la estrategia de seguridad, así también que se retomen en el poder legislativo los planteamientos, discusiones y resultados de las mesas de trabajo que se llevaron en Ciudad Juárez para lograr el Pacto ciudadano legítimo y no sólo demandar seis puntos iniciales que se acordaron en el Zócalo capitalino, tras la marcha desde Cuernavaca, pues me parece que debe ser consecuente con la democracia que predica.
A los poetas que integran esta antología, les pido que hagamos algo más por este tipo de iniciativas que sólo celebrar la inclusión en “otra antología más”, puesto que el trabajo del poeta no concluye ahí. Hay un quehacer cultural pendiente con la sociedad y debemos responder con la misma actitud cívica que reivindica la paz sobre la barbarie de estos tiempos.
Ahí estaremos, en pie de lucha, leyendo poemas, denunciando atrocidades, aullando, como dice Enrique González Rojo, aunque estemos equivocados. Para los que presentaron su trabajo y no fueron incluidos, también les pido que no tengan algún tipo de recelo. Acabemos con la lógica de la intolerancia, pues es una antología que no está buscando canonizar, sino que está inspirada en el dolor de un hombre que abandonó la poesía, esto es, lo que nos acerca más como seres humanos.
Ahí estaremos, en pie de lucha, leyendo poemas, denunciando atrocidades, aullando, como dice Enrique González Rojo, aunque estemos equivocados. Para los que presentaron su trabajo y no fueron incluidos, también les pido que no tengan algún tipo de recelo. Acabemos con la lógica de la intolerancia, pues es una antología que no está buscando canonizar, sino que está inspirada en el dolor de un hombre que abandonó la poesía, esto es, lo que nos acerca más como seres humanos.
Ruvalcaba además declara que hay material para otra antología, deberíamos entonces publicarlo entre todos, de manera independiente. Buscaré, por mi parte, ese cometido, dentro de mis alcances como editor de una revista universitaria.
Termino con un poema de Mónica Suárez, adversaria en el Cuadrilátero de todas las batallas con la palabra, incluido en Poemas para un poeta que dejó la poesía:
Resistencia
Desde la orilla del dolor salta el silencio.
¿Habrá razón alguna para callar tu rabia?
¿para morir también junto con lo que amabas?
Condenado al silencio te exilias en ti mismo:
¿quién podrá soportar tan atroz balbuceo?
El dolor que se estanca como líquido viejo
sin poder derramarlo en la furia del verbo,
en alas que dan las palabras sin miedo,
los poemas que sangran sus verdades y duelos.
¡Que no te maten el alma los asesinos de cuerpos!
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1 comentario:
Saludos, sabes en donde puedo conseguir este libro? de antemano gracias
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