Ilustración: Eko de la Garza "La muerte del aburrimiento"
Fue cuando la música vagaba
en el brocal bruñido
del horizonte de su cuerpo
Circe bailaba ebria
bajo el influjo de ciertas mareas
transpirando el movimiento
continental de sus caderas.
En el balaje lunar de su sonrisa
lo importante fue el camino
hasta el umbral de la pirámide
labrada por la brisa del oleaje.
Pasea y baila en la orilla de la playa
cangrejos escaparon
tras las huellas de sus dedos
y sus rastas espantadas
se enterraron en la arena
Ítaca escrita en el codo de una amiga de Lesbos
no sabía que estas islas son tan blancas cuando anochece.
Nuestra primera mujer despierta
de sus ojos turquesa el mar por dentro
dentro del recinto claro de firmamentos
búngalos taciturnos la trajeron
huesos de ballenas flotaron como corchos.
Por la mañana el fuego extinto trajo un cielo de cenizas
tragaluz de sombra sobre las grietas del velamen
se despidió de mí Circe, lejos quedó el camino hasta ella
en el segundo día del mundo la palabra fue un “tal vez”.
Así entrando en el mar
atraído por sirenas de escamas ruborizadas
desperté a las medusas
que entre sueños pétreos, danzaban
traslúcidas para los náufragos
en sus pechos desnudos encallaron lunares.
Circe contempló las gotas de mi lucha
con los músculos de Poseidón
enceguecido por la furia del designio
el agua evaporada
por una población de estrellas
en el destello de sí mismas.
Bajo el semblante de la noche
los astros quedaron de mi parte
las fugacidades del relámpago
perdido en el temporal de lo eterno.
Ilustración: Eko de la Garza "Lo mejor de mí son mis vicios".
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