lunes, 26 de octubre de 2009

Lo bueno y lo malo de los premios literarios


Publicado en El Diario
Por Sujey García

Los concursos literarios que se desarrollan en nuestro país son de gran variedad, éstos pueden ser de convocatoria nacional, estatal y, en algunos casos, municipal; cada uno de ellos se maneja con políticas culturales propias, dependiendo de los intereses del convocante, que bien puede ser una institución cultural, una fundación, un colectivo, una institución educativa, o bien, una editorial; pero que al final, todos tienen un mismo fin: promover la obra de nuevos autores, o en su caso, de escritores con trayectoria literaria. 

La literatura abarca diversos ámbitos, es por ello que en los concursos se convoca a participar en diferentes categorías que van desde la novela, cuento, poesía, ensayo, dramaturgia, documental, crónica y hasta periodismo. Mucho se ha dicho de estos certámenes, algunos han ganado credibilidad y reconocimiento a nivel internacional, como es el caso del Premio de Poesía Aguascalientes, sin embargo otros han sido fuertemente criticados, ya que los participantes argumentan que en este ámbito hay también una especie de compadrazgo. Se han registrado casos, por ejemplo, en los que algún miembro del jurado resulta ser amigo o familiar del participante ganador. 

Así, comenta el escritor Arturo Alvar: “lo bueno de los concursos es que son una forma de buscar nuevos escritores. El problema es que en México, en muchos casos, los jueces no son imparciales, dan preferencia a sus cuates, responden a intereses comerciales o son parte de una red parecida más a la mafia que a una comunidad de artistas independientes. De esta forma, premios van y vienen; pero los autores y las obras, al final, desaparecen. Bajo esta lógica, el gobierno o el promotor oficial pueden avalar distintos premios y justificar amplios recursos, públicos o privados; o bien reconocen a los escritores que ganan certámenes importantes, pero esto no tiene nada que ver con el porvenir de la literatura”. 

Debido a ello, muchos escritores jóvenes han perdido la credibilidad en estos concursos, tan es así, que hay nuevos valores con un alto nivel de escritura, que prefieren editar su obra por su cuenta, o bien buscar nuevas formas de darla a conocer “hay mucha gente que no quiere participar en concursos, porque argumentan que es una causa perdida, hay escritores muy capaces, que podrían ganar premios de concursos nacionales, pero el desprestigio de éstos impide que participen nuevos valores y que busquen en otro tipo de programa la publicación de su obra”, argumentó el escritor Haret Farfán. 

Por su parte, el escritor Hugo Garduño, destacó que antes de juzgar las políticas de algún certamen, es indispensable que el escritor tenga una primera obligación, esto es “escribir bien", pues "esto le permitirá encontrar la forma en que alguien pueda publicarle". 

Por otro lado, dijo que el problema es mucho más profundo, pues "en un país como el nuestro, en el que el reina el analfabetismo funcional, es más que obvio que no se pueden generar buenos escritores, con sus muy marcadas excepciones, porque hay que decir que un buen escritor es siempre un buen lector, y en México los múltiples intentos y programas de fomento a la lectura han fracasado". 

Por lo tanto, ¿cómo se pretende generar un buen escritor, si la lectura es una gran carencia que nuestro país no se ha resuelto? Si el fomento a la lectura es la base del éxito o fracaso de un concurso, puesto que un alto nivel de escritura se logra sólo teniendo también un alto nivel de lectura. “El estado mexicano debería de preocuparse por dar fin al analfabetismo funcional, ya que hoy la atención está fija en el entretenimiento comercial, que no es más que excremento cultural”.

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